Lecturas para este día: 1 Reyes 21: 17-29. Mateo 5: 43-48.
¨Se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos¨. Mateo 5: 43-44. ¿Quién es mi enemigo?
El ¨enfadoso¨: Es la persona que tiene el poder de irritarme hasta la desesperación y el enojo. El que se divierte haciéndome perder el tiempo. Pesado, entrometido, curioso, indiscreto. Me obliga a escuchar sus ¨pláticas¨ interminables y confusas. Me cuenta sus minúsculas penas que dramatiza hasta convertirlas en tragedias gigantescas. No tiene el más mínimo respeto a mi tiempo, a mis obligaciones, a mi cansancio. Es más, encuentra una especie de ¨gusto¨ sádico en tenerme prisionero en la telaraña de sus tonterías.
El astuto: Es el individuo desleal, especialista en bromas pesadas, de doble juego siempre. Me arranca una confidencia para ir inmediatamente a ¨venderla¨ a quien tiene interés por ella. El individuo que se muestra afable, benévolo, cordial, sonriente, y después me da una puñalada por la espalda. Me alaba de una manera exagerada. Pero después, en mi ausencia, me destruye con la crítica más feroz. En suma, el clásico tipo de quien uno no se puede fiar. Astuto solapado, mentiroso, calculador, acostumbrado a pelear.
El perseguidor: El que, intencionalmente, me hace mal. Con la calumnia, la maledicencia, la insinuación molesta, los celos y la envidia más desenfrenados. El que goza humillándome. El que no me deja en paz con su maldad. ¿Cómo comportarme con ellos? El cristiano, es alguien que lucha por transformar la enemistad en una situación de amor y amistad. Lo esencial es no resignarse a que el enemigo permanezca siempre como tal. Hay que creer que el amor es más fuerte que el odio, no aceptar discusiones sin fin, abandonar el juego estéril de los golpes repetidos, dejar siempre el terreno de las venganzas y de los resentimientos.
La voluntad obstinada de reconciliación ya es obra de paz, ya estoy caminando hacia un hermano.
Reflexión y comentarios…