¨La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno, y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto¨. Lucas 1: 18.
Ayer se mencionaba a San José en el árbol familiar de Jesús, como descendiente de David y hoy adquiere su Figura un relieve especial en la Liturgia de la Palabra. Es de las contadas veces que aparece San José en los Evangelios. Si éstos hablan poco de la Virgen María, menos todavía de San José. No obstante, los dos son mencionados en el llamado Evangelio de la infancia de Jesús, donde Mateo da relieve a las figuras de José y San Lucas a la de María.
Hoy se nos dice en el Evangelio que por medio de José entra Jesús en el linaje de David. Y será José quien ponga el nombre al niño que nacerá de María, como se lo explica en sueños al ángel del Señor. José y María, estaban ya prometidos en matrimonio y resultó que, antes de vivir juntos, ella esperaba un hijo. Había ya un compromiso matrimonial en firme. Entonces tiene lugar el ¨anuncio¨ del ángel del Señor a José explicándole el misterio de Jesús en el seno de María. José conoció a su mujer María y era imposible que dudara de ella. Pero no quiere interferir en los planes de Dios. La palabra del ángel del Señor vino a darle seguridad, luz sobre su misión y confianza en Dios. Sería el Padre ¨legal¨ del hijo de María. La duda fue vencida por la obediencia de la fe.
La fe de José es el modelo de una fe madura. Su talla humana se agiganta desde la fe que lo animó. Por eso su figura parece en el Adviento como un modelo bíblico de fe. La vida de cada uno de nosotros, como toda vida, es vocación, proyecto y prueba de Dios.
Reflexión y comentarios…
Del Salmo 17: Ven, Señor, rey de justicia y de paz.