AL FIN
Cuenta la historia de un buscador de diamantes en Venezuela llamado Rafael Solano. Él era uno de los muchos nativos buscadores de fortuna que se pusieron a cribar las rocas de las secas orillas del río, famosas por tener diamantes. Nadie, sin embargo, había tenido suerte por largo tiempo de encontrar algún diamante entre la arena y los guijarros. Uno a uno, todos los que habían ido a aquel lugar se fueron con sus sueños destrozados y sus cuerpos agotados.
Desanimado y exhausto, Solano acababa de decidir que ya era tiempo de también darse por vencido y regresar sin nada que mostrar como resultado de meses de trabajo.
Por última vez se puso a cribar y rápido sacó un puñado de guijarros, solo para poder decir que los había inspeccionado cuidadosamente uno por uno. De entre los que tenía en su mano sacó uno que parecía ser algo diferente. Lo pulsó con su otra mano, y parecía ser pesado. Luego lo midió y lo pesó en una blanza. ¿Sería posible?
¡Sin duda había encontrado un diamante en bruto! El joyero de Nueva York, Harry Winston, le pagó a Solano 200.000 dólares por aquella piedra, que al ser cortada y pulida, llegó a conocerse como el Libertador y a ser considerado como el diamante más grande y más puro del mundo.
Quizá hayas trabajado en un proyecto durante semanas, meses o aun años sin ver mucho progreso. Este puede ser el día ¡No te des por vencida!
Las Escrituras están llenas de ejemplos de hombres y mujeres que, cuando estaban al borde del desastre o del fracaso, experimentaron la obra creativa de Dios en sus vidas. Recuerda...
*La Palabra de Dios es verdad.
*Dios puede separar las aguas del mar.
*Dios puede sanar lo incurable.
*Dios puede dar agua de una roca y maná del cielo.
*Dios puede conquistar a tus enemigos.
*Dios puede aún liberar del horno de fuego y del foso de los leones.
Persevera en aquello que Él te haya pedido que hagas en este día, ¡porque tu recompensa será mayor de lo que puedes pensar o imaginar!
Con una caricia para tu alma
La perseverancia es la cuerda que ata
el alma al marco de la puerta del cielo.
Frances J. Roberts