FINA PORCELANA
Un día, a la caza de antigüedades, una coleccionista se fijó en una hermosa taza de té y su plato. El delicado conjunto sobresalía entre las demás piezas de porcelana que se exhibían. Al tomar la taza y examinarla con cuidado, descubrió una pequeña imperfección en el fondo. Mientras la sostenía en sus manos pensaba en lo que podría haber causado el defecto.
Años antes, mientras visitaba la tienda de un alfarero, había visto cómo el escogía un pedazo de barro para trabajarlo y comenzaba a golpearlo una y otra vez hasta que llegaba a su punto adecuado. Le daba forma, lo pintaba y lo cocía, convirtiéndolo en una hermosa pieza artesanal que mirarían con admiración, a la vez que sería una pieza útil.
En las manos del alfarero, el barro, inútil en su forma original, se convertía en algo fuerte, bello y útil. La mujer pensó en su propia vida con todos sus defectos y, sin embargo Jesús estuvo dispuesto a darse en sacrificio para que ella pudiera tener una buena vida con Él.
Antes de haber sanado su corazón había tenido muchos lugares desiguales y llenos de grumos, pero Jesucristo, el Maestro Artesano, comenzó su obra de dar forma y moldear concentrándose con amor aún en los más mínimos detalles. Esa vasija humana fue entonces hecha adecuada para servirle a Él, al llenarla amorosamente hasta rebosar con la obra purificadora del Espíritu Santo.
Cuando la coleccionista se acercó al mostrador para comprar el conjunto de té, susurró la siguiente oración: "Señor, ayúdame a no olvidar nunca aquello de lo que me salvaste, el precio que pagaste y la esperanza que tengo de estar un día en la exposición celestial como una fina pieza digna de ti".
Con una caricia para tu alma