Lecturas para este día: Deuteronomio 31: 1-8. Mateo 18: 1-5. 12-14.
¨Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños¨. Mateo 18: 1-5. 12-14.
Por insignificantes que veamos a alguna persona de las que nos rodean, tiene toda la dignidad de hijo de Dios y debe revestir importancia a nuestros ojos: ¨Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños¨.
Jesús vino como el siervo, no como el Triunfador. No vino a ser servido, sino a servir. Nos enseñó a no buscar los primeros lugares en las comidas, sino a ser sencillos de corazón y humildes. Los orgullosos, los autosuficientes como el fariseo que subió al Templo, ni necesitan ni desean la salvación: Por eso no la consiguen.
Estaba en la estación de una capital esperando el autobús. Allí, en un rincón, sentado en el suelo, las piernas tullidas y con las manos extendidas, un hombre pedía ayuda para viajar. Quería volver a su tierra que quedaba en algún lugar lejano de Bahía, pero no tenía dinero para el pasaje. La gente que pasaba dejaba caer algunas monedas en su mano.
¿Cuándo completaría el dinero, que no era poco? Entonces un pasajero se le acercó y le preguntó adonde quería viajar. Enseguida, sin decir nada mas, fue a la ventanilla, compró el pasaje y se lo entregó en la mano. Los que estaban por allí, admirados, se miraron entre sí y, ¿Por qué no?, también avergonzados de no haber tenido la misma idea. El desconocido, como adivinando el pensamiento de todos, dijo con toda naturalidad: ¡Para eso sirve el dinero!
De Deuteronomio 32: Bendice, Señor, a tu pueblo.