Al igual que las personas de la Iglesia de Roma, a quienes San Pablo dirige las palabras que escuchamos en la primera lectura de hoy, tú estás lleno de bondad. ¿Te ves a ti mismo así? ¿O piensas que es demasiado orgullo reconocer tu propia bondad?
Peor, ¿ves únicamente lo que está mal en ti, enfocándote en tus propios defectos y regañándote a ti mismo, siempre rebajándote a ti mismo? ¿Eres más rápido en perdonar a los demás que en perdonarte a ti mismo? ¿Te juzgas como indigno de recibir aquello que has estado pidiendo en oración?
Madurez espiritual significa reconocer que lo que es bueno dentro nuestro es bueno en Dios, viendo la bondad en nosotros como un signo de la presencia de Dios, reconociendo que es debido a que Él vive en nosotros, que somos capaces de ser santos y hacer lo que es correcto. Rebajarnos a nosotros mismos es rebajar a Dios. Tratarnos pobremente y sin perdón es dar una bofetada a Jesús en el rostro, mientras muere en la cruz.
Por esto es que Pablo pudo decir: "En Cristo Jesús tengo razones para gloriarme en lo que respecta a Dios." Haz una lista de aquello en lo que túpuedes gloriarte. Saber lo que lo que hay de bueno en ti te dará luz para ver cómo Dios está trabajando en tu interior. Y esto, a su tiempo, te dará fortaleza y coraje para hacer más por el Reino de Dios, mientras vences lo que no es bueno en ti.
Pablo exhortó a la congregación de la iglesia en Roma, a que fueran más allá de ellos mismos, en la misión y el ministerio. ¿Estás encerrado en ti mismo o encapsulado en tu fe, o está atada la manifestación externa de tu fe? Si sientes vergüenza porque no estás evangelizando a los demás lo suficiente, detente. Aprecia lo que sí es bueno en tu forma de llevar a Jesús a los demás y, luego, construye sobre eso.
Nos reunimos en comunidad eclesial y celebramos Misa para ser transformados en santos por la Eucaristía y ser capacitados por el Espíritu Santo para salir y dar a Jesús al mundo. Y es en el trabajo comunitario de las actividades parroquiales, que nuestra bondad se torna visible para nosotros, a través de los ojos de los demás. No podemos compartir los dones que Dios nos ha dado hasta que nos demos cuenta de cuán bendecidos somos. Entonces, podremos ser los buenos administradores que Jesús describe en el pasaje del Evangelio de hoy.
Cuando pensamos en servicio, generalmente pensamos, primero, en las donaciones financieras para la iglesia. Usando eso como ejemplo, ¿por qué nos disgusta ser amonestados desde el púlpito por nuestra falta de generosidad? ¡Es porque no sabemos cuán generosos podemos ser realmente! Aún no hemos reconocido nuestra propia buena capacidad de compartir más abundantemente, porque no nos damos cuenta que todo lo que tenemos viene, originalmente, de Dios y que Él nos lo seguirá dando según sus propósitos y generosidad.
En otras palabras, para ser santos debemos apreciar todo lo que hay de bueno en nosotros y compartirlo con los demás. 
Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 31ra. Semana del Tiempo Ordinario
Noviembre 6, 2015
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.
© 2015 por Terry A. Modica |