Abeja
blanca Abeja blanca zumbas - ebria de miel- en mi alma y te
tuerces en lentas espirales de humo. Soy el desesperado, la palabra sin
ecos, el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo. Última
amarra, cruje en ti mi ansiedad última. En mi tierra desierta eres
la última rosa. Ah silenciosa! Cierra tus ojos profundos. Allí
aletea la noche. Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa. Tienes
ojos profundos donde la noche alea. Frescos brazos de flor y regazo
de rosa. Se parecen tus senos a los caracoles blancos. Ha venido a
dormirse en tu vientre una mariposa de sombra. Ah silenciosa! He
aquí la soledad de donde estás ausente. Llueve. El viento del mar
caza errantes gaviotas. El agua anda descalza por las calles
mojadas. De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas. Abeja
blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. Revives en el
tiempo, delgada y silenciosa. Ah silenciosa! Pablo Neruda
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