Ebrio
Ebrio de trementina y largos besos, estival, el velero de las
rosas dirijo, torcido hacia la muerte del delgado día, cimentado en el
sólido frenesí marino. Pálido y amarrado a mi agua devorante cruzo en el
agrio olor del clima descubierto, aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma. Voy, duro de
pasiones, montado en mi ola única, lunar, solar, ardiente y frío,
repentino, dormido en la garganta de las afortunadas islas blancas y
dulces como caderas frescas. Tiembla en la noche húmeda mi vestido de
besos locamente cargado de eléctricas gestiones, de modo heroico
dividido en sueños y embriagadoras rosas practicándose en mí. Aguas
arriba, en medio de las olas externas, tu paralelo cuerpo se
sujeta en mis brazos como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste. Pablo Neruda
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