(Juan,9,1-41) Ahora sois cristianos e hijos de la luz. Ya basta. No toméis parte en la obras de las tinieblas, que además de ser estériles son dañinas por anular vuestro testimonio y por escandalizar al no creyente. Despertad, sed luz y contraste ante los no cristianos. Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz y energía. Lánzate a pasar por el mundo como discípulo fiel de tal Maestro sin olvidar aquello del poeta: “de tal palo tal astilla”.
La actitud clara y la fe del creyente no aparecen en la marrullería hipócrita de aquellos religiosos fariseos que se entretienen en discusiones aprendidas para evitar una respuesta al interrogante principal:¿Es este el Mesías o no? y sin embargo aparece con nitidez en la conducta del ciego: “ ¿ Crees tú en el Mesías, en el hijo del hombre? Pero ¿quién es? Para que yo pueda creer? Jesús le dijo: “Lo estás viendo.Está hablando contigo. (¿) ¡ CREO, SEÑOR! Y se postró ante El.”