No sé el origen de esta reflexión, la escuché de un conductor de noticias de Tara Azteca y la verdad me pareció bastante filosófica, emocional, poética y hasta gramatical. Fue sobre la pérdida de un hijo.
Sin ahondar en el tema, ya en muchas ocasiones he escuchado que el dolor más grande de todos ocurre con la muerte de un hijo. De hecho fui un tanto testigo de ello como paramédico al atestiguar que una señora, una madre a la cual tuve que decirle, confirmarle que su hija de 19 años había muerto en la regadera cuando terminó de bañarse. Fue espelusnante, la piel se me erizó al oír el grito de la señora al ver a su hija tirada sobre el piso junto a la taza del baño. Por respeto y más por el momento no entraré en detalles de la escena y continuar con el tema original.
La verdad desconozco si haya término para esto, pero parafraseando esa atinada reflexión, dijo algo masomenos así:
"La muerte de un hijo es tan dolorosa e indescriptible que ni nombre tiene. No hay palabra para describir semejante dolor. Puedes ser viudo o huérfano, pero ¿qué nombre recibe el que perdió a un hijo?"
Este es el punto ciego con el que he topado cuando reflexiono sobre qué es la Vida, el valor de la Vida, la supervivencia, la adaptación, la Selección Natural y la muerte. Los seres vivos buscan por muchos mecanismos mantener su vida hasta el punto más longevo que se pueda, y al mismo tiempo perpetuar la vida de su especie mientras ellos perecen. Algo que no sucede cuando un ser amado, principalmente un hijo está en peligro. Todo mecanismo se concentra en lograr la sobrevivencia del vástago, pese a su vida y a la de su especie.
¿W?