El Verbo, La Imagen del Dios Invisible y El Primogénito de toda la creación
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por el fueron hechas, y sin el nada de lo que ha sido hecho fue hecho (Jn. 1.1-3).
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. Porque en el fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten (Col. 1.15-17)
El verbo es antes de todas las cosas, pues es la palabra de Dios mediante la cual todo fue creado (II de Pd. 3:5). No que la palabra sea un Dios palabra de menor grado que salió del otro Dios Superior para que el primero se materializara y el segundo fuera únicamente el Dios invisible, que no se pudiera ver o que de vez en cuando se le pudiera echar un vistazo, sino un sólo Ser Divino de donde sale palabra y emana poder (Padre, Verbo y Espíritu); y cuyo Verbo por quien todo fue hecho y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho, tuvo que hacerse carne (Jn. 1:3, 14). Es decir tomar la forma humana y ser desde luego la figura perceptible de sí mismo, conforme al término bíblico “la imagen del Dios invisible”.
¿Cuál sería la meta al ser alcanzada por Dios estando en su forma tangible?
Valga la redundancia, Dios por ser sólo Espíritu del todo invisible, estaba consciente que le era imposible al ser humano poder palparlo y mirarlo a la simple vista carnal, a menos que él lo permitiera, pero ya se sabe de los desfallecimiento que sufrieron algunos Profetas. Por lo tanto y a los efectos de llegar a convertirse en el reemplazo de Adán, tuvo que materializarse para encubrir con el velo de carne a su Santo Espíritu.
¿Porque en Reemplazo de Adán y no de otro?
Adán a pesar de ser menor a los ángeles y por el hecho de ser el primer espécimen humano creado por Dios, sobre el recaía la primogenitura del linaje humano y fue el pionero en ser coronado de honra y de gloria, a los extremos de tener el privilegio de señorear sobre todo lo que Dios se había placido concederle, tal y como respectivamente en Gn 1:26; Salmos 8.6-8; y Hb. 2.7-8, tenemos que:
1) Entonces dijo Dios, hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; y señoree en los peces del mar, en la aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra (Gn. 1:26).
2) Le has hecho poco menor que a los Ángeles. Y lo coronaste de honra y de gloria. Le hicisteis señorear sobre todas las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello; y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar (Salm. 8:6-8).
3) Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre la obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies (Hb. 2:7-8).
Pero Adán por la desobediencia al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, le ocurrió casi igual a Esaú, quien por un plato de lenteja perdió la primogenitura, y luego aunque siendo el mayor, no tendría la heredad de todo lo que le correspondía por parte de su padre y estaría obligado a servirle al hermano menor, del que luego de acuerdo a lo predeterminado por Dios, descendió el Cristo de la Gloria.
Comparemos ahora al postrero Adán, quien a diferencia del primer Adán, no fue creado, sino engendrado, y por ser este el primogénito de Dios engendrado y el reemplazo del primer adán, se hizo merecedor de ser el primogénito de todo lo existente, con privilegios que no llegó alcanzar Adán (cielos, tierra, principados, dominios, tronos, Potestades, ángeles, etcétera,); y por esto dice la palabra, que todo fue creado para él.
Otro discernimiento y que se relaciona con el punto 3 inmediatamente anterior, es que en cuanto le sujetó todas las cosas al hombre, nada dejó que no fuera sujeto a él; pero observándose que todas las cosas ya no le podían ser sujetas al mísero mortal, tenían que ser sujetadas a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Iesue, coronado de gloria y honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos (Hb. 2:8-9).
Fin del asunto:
Ya a Cristo el postrer Adán, el verbo hecho carne, la imagen del Dios invisible y el Primogénito de todas la creación, sólo le resta venir a la tierra a disponer de todo lo suyo, cuando como Señor de Señores y Rey de Reyes, instaure su dominio milenial; y por consiguiente el reino eterno. Cuyo Reino no tendrá fin.
Saludos y Paz.