Como los israelitas copiaron estas costumbres brutales de los pueblos hundidos en oscuridad, y asesinaban a sus propios hijos destruyendo las familias, por esto el castigo de Jehová sobrevino sobre su propio pueblo también. Cuando los ejércitos de Babilonia tenían sitiada Jerusalén, Jeremías estaba preso en la casa del rey de Judá a causa de sus profecías, y les enrostró que eso les acontecía por haber sacrificado sus propios hijos a los infames. La causa de Jehová es justa y está con los más débiles y con los pequeños.

 

En la lucha entre los pecados de Israel por los cuales ellos mismos se condenaban, Dios permitió que ellos se entregaran a sus propias maldades, al ver con cuanta perversión querían seguir los ejemplos de los transgresores más crueles, por esto los dejó por cuenta de su propia crueldad porque ya les había enseñado cuál es la ley que debían cumplir y con insistencia se negaban a seguirla.

32:33 Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir corrección.
32:34 Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola.
32:35 Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.

 

Astarté o istar era esa diosa de los cielos principal entre los baales y junto a moloc recibían como adoración el sacrificio de niños, y rituales plagados de toda aberración sexual. Estas costumbres fueron copiadas de los amorreos, ya que los israelitas tomaron esposas para ellos de estos pueblos, y siguieron sus ejemplos y enseñanzas, apropiándose de ellas al punto de considerar que solo mediante estas prácticas podía irles bien.

Como Josías había exterminado el culto que rendían a istar y a los baales, cuando los judíos fueron deportados a Egipto pensaron que esa había sido la causa de sus males y de su derrota, por eso querían de nuevo rendir culto a “la reina del cielo”.

Así dijeron a Jeremías:
44:16 La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; 
44:17 sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. 
44:18 Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos.