Simón bar Kojba o Simon bar Kokhba o Barcokebas o Barcoqueba (en hebreo, שמעון בר כוכבא; m. Betar, 135) fue el líder judío que dirigió en el año 132 la que es conocida como Rebelión de Bar Kojba contra el Imperio romano, estableciendo un estado judío independiente que dirigió durante tres años como Nasi ('Príncipe'), hasta ser derrotado por los romanos en 135. Reprimida la rebelión, Bar Kojba resultó muerto en el asalto final a la fortaleza de Betar.
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Nombre[editar]
En las cartas y documentos de su administración, algunos de su puño y letra, aparece en hebreo y arameo como Shim'on o bien como Bar Kos'ba (Sm'un bn Kwsyb' o br Kwsbh), y también en griego como Simon Chosiba.
El nombre kojba realmente significa 'estrella' y fue el Taná Rabí Akiva el que lo asoció con el versículo de Números 24:17, «descenderá una estrella de Jacob», una forma metafórica referente al mesías, aunque estas pretensiones mesiánicas no eran del agrado de otras autoridades judías.[a] El apoyo de Akiba a Kojba y a la rebelión le costó ser finalmente ejecutado por el legado romano Q. Tineyo Rufo.
Después de la derrota de la rebelión, muchos contemporáneos, inclusive algunos rabinos, se referían a él como «Simon bar Koziba» ('Hijo de la mentira'). El mismo origen tiene la forma utilizada en el Talmud B. Kosiba (en vez de B. Kos'ba). Las fuentes talmúdicas fueron hostiles hacia su figura, al igual que las cristianas. Justino, contemporáneo y originario de la zona, afirmó que castigaba a los cristianos que no se avenían a negar que Jesús era el Mesías y se refería a él como Bar Cojebas. Un siglo después Eusebio de Cesarea, en su Crónica también le acusaba de persecuciones contra los cristianos que no apoyaban la rebelión y, en la Historia Eclesiástica, lo llama Jojebas.
Rebelión de Bar Kojba[editar]
A pesar de la devastación realizada por los romanos durante la Primera Guerra Romano-Judía (66–74), que dejó a la población y al país en ruinas, y del fracaso de la Guerra de Kitos, una serie de medidas represivas de los emperadores romanos provocaron una segunda gran rebelión. Su culminación fueron leyes decretadas por el emperador romano Adriano para helenizar a los judíos, que prohibían el Brit Milá (circuncisión), la lectura de la Torá, la observancia del shabat, las reuniones comunitarias en los beit-kneset, comer matzá, tocar el shofar y las leyes de pureza en la familia.
También se incluyó la reconstrucción y transformación de Jerusalén en una ciudad romana, Aelia Capitolina, con un gran templo a Júpiter en el Monte del Templo, lo que, según Dion Casio, fue lo que encendió la llama de la rebelión.
La segunda rebelión judía se llevó a cabo 60 años después de la primera, restaurando un estado independiente cuya duración fue de tres años. Este estado emitió sus monedas, que tenían inscrita la frase «Año 1 [o 2] de la Redención de Israel». Bar Kojba gobernó con el título de Nasí (nsy' Ysr'l o 'Príncipe de Israel').
Los romanos tuvieron un pobre resultado en la etapa inicial de la rebelión enfrentádose a una fuerza judía totalmente unida (a diferencia de la primera rebelión donde Tito se enfrentó a tres ejércitos judíos separados batallando por el control del Monte del Templo, tres semanas después de que los romanos hubieran aportillado las murallas de Jerusalén para llegar al centro). Es posible que incluso una legión romana completa, la XXII Deiotariana, fuera aniquilada.
Tales fueron las bajas romanas que, según Dion (Hist. Rom., 69.14.3), el emperador Adriano, al informar al Senado, no consideró oportuno comenzar con la típica reseña «Yo y las legiones estamos bien». No están claras las fechas en las que Adriano pudo estar en Judea, pero en cualquier caso no fue a la conclusión de la guerra.
El nuevo Estado solo conoció un año de paz. Los romanos comprometieron nada menos que doce legiones, lo que abarcaría casi la mitad de efectivos del imperio, para reconquistar Israel. A pesar de la inferioridad numérica judía y sus considerables bajas, los romanos evitaron enfrentarse en una batalla abierta y en vez de ello adoptaron una estrategia de tierra quemada, lo que atemorizó y subyugó a la población judía, desintegrando lentamente la voluntad de los judíos de seguir con la guerra. Bar Kojba se refugió en la fortaleza de Betar. Los romanos la capturaron finalmente después de asesinar a sus defensores. De acuerdo a Dion Casio, 580 000 judíos fueron eliminados, 50 pueblos fortificados y 985 aldeas fueron arrasadas. Jerusalén también fue arrasada, y para evitar el retorno de los judíos, una nueva ciudad romana, Aelia Capitolina, fue construida en su lugar.
Bar Kojbá murió al ser tomada Betar después, siguiendo la versión talmúdica, de haber hecho ejecutar por traición a su tío el rabí Eleazar. Según el relato, su cabeza fue enviada al mismo emperador Adriano que, a continuación, reclamó el resto del cuerpo; aunque lo más probable sea que el destinatario de sus restos fuese Sexto Julio Severo, el general al que el emperador había encargado la represión de la revuelta.
Como consecuencia de la guerra, Adriano consolidó la nueva provincia de Siria Palestina mediante las unidades políticas de antaño de Judea, Galilea y Samaria. La nueva designación provincial aludía despectivamente a los filisteos, que antiguamente ocuparon la planicie costera.
En las últimas décadas ha visto la luz información nueva sobre la rebelión, gracias principalmente al descubrimiento de varias colecciones de manuscritos, algunas escritas posiblemente por el mismo Bar Kojba, en una de las cuevas situadas en las proximidades del Mar Muerto. Estos manuscritos pueden ser vistos en el Museo de Israel.