Apo, el monoteísmo en la religión egipcia era inconcebible y ellos tenían cientos de dioses en todas sus regiones.

De la noche a la mañana surge un faraón que les habla acerca de este único “Dios”, justamente cuando el hebreo José tiene un lugar prominente en ese reino. Fue tal la herejía de ese faraón, que inmediatamente después de terminar su reinado, se instauraron de nuevo todos los cultos de adoración a los demás dioses en Egipto.

Pero supongamos entonces que José no tuviera la suficiente influencia sobre el faraón como para impresionarlo del todo sobre su Dios.

Akenatón y Nefertiti su esposa seguían recibiendo culto y adoración por su pueblo, como si fueran dioses como sucedió con todos los faraones; pero el error está en considerar que el monoteísmo es una cuestión aritmética simplemente, ese dios Atón era el sol, mientras que la visión hebrea presenta al Altísimo por fuera de la naturaleza y de sus leyes; no es únicamente un planteamiento numérico, sino trascendente, porque además se trata de un Dios al que no se llega mediante la magia sino a través de la ética en el comportamiento.