ESPÍRITU, AGUA Y SANGRE SON LOS TRES VERDADEROS TESTIGOS DE TODO CUANTO EL ALTÍSIMO HA HECHO

   La tierra fue hecha por el Altísimo, antes de haberse movido su Divino Espíritu sobre las aguas; y luego de descubrir lo seco, hizo al hombre del polvo de la tierra, pero sin vida todavía (Gn. 1:1-2).

   El hombre tuvo la vida, cuando el Altísimo la sopló sobre su nariz, y desde entonces ya no sólo había un ser humano hecho del polvo de la tierra, sino en su cuerpo contenía una porción espiritual, procedida del interior de Eloá, es decir, de ese mismo Espíritu que se movió sobre las aguas, y mediante con su Verbo (Palabra), hizo el proceso de transformación de la tierra y la creación de todo cuanto dentro y fuera de ella existe (Gn. 2:7).

   Entre esa creación hizo al hombre, conforme a su imagen y semejanza; y es indudable que El Altísimo emitió su poderosa palabra, para que decretando la hechura del hombre con el polvo de la tierra, poseyera una porción de su Espíritu, con el que pudo ser un individuo viviente. Pasado un tiempo, ese hombre por llegar a pecar, fue arrojado del huerto del Edén y se le dio la posibilidad de procrear; pero la mayoría de sus descendientes se volvieron violentos y todo estaba corrompido, que por tanto el Altísimo para acabar con todo lo que tenía vida sobre la tierra, trajo el diluvio sobre el mundo antiguo de los malvados, donde todos perecieron sumergidos en las aguas; y de esta manera, la tierra volvió a quedar como al principio, cubierta totalmente por la aguas.