ALEGORÍAS DE
JESUCRISTO ACERCA DEL PADRE:
Los discípulos cuando oían a Jesucristo hablar
acerca del Padre, no entendían que les
hablaba en alegorías, tal como en una ocasión les expresó: “Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del
Padre” (Jn. 16:25). Sin embargo
Cristo antes de decir eso a sus discípulos, Felipe queriendo que se los
mostrase, fue entonces cuando Jesucristo se le reveló como el padre (Jn.
14:7-9). Hoy día así están muchos porque todavía no se le ha revelado el padre
por el Hijo, ya que es el Hijo que lo puede revelar, como se puede ver a
continuación:
El padre, solo puede ser revelado por el
hijo:
“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí,
Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;
y nadie conoce quien es el hijo sino el Padre; ni quien es el padre, sino el
hijo, y aquel a quien el hijo lo quiera revelar (Mt. 11:25-27; y Lc.
10:21-22).”
El Padre Revelado:
“Si me conocieseis, también a mi padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre y nos
basta. IESUE “Jesús” le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no
me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo,
pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees, que yo soy en el Padre, y el
Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta,
sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el
Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn
14:7-11).
La falta de comprensión de esa revelación en muchas
personas, se debe a que lo leen sin ningún discernimiento espiritual ni análisis
escritural y sin tomar en cuenta las relaciones o concordancias que tiene con
otros textos bíblicos; y por esto siempre divagan respecto al Padre y al Hijo,
creyendo que son dos seres distintos, cuando a la verdad es el mismo con dos
naturalezas en sí, que son la humana y la Divina “Carne y Espíritu Divino”, a
la semejanza del hombre con su aliento de vida que es un ser viviente (Gn.
2:7).
Para comprender un poco más las
alegorías de Cristo acerca del Padre y darnos cuenta que es el mismo, vamos a
ver que habiendo Cristo revelándose como el padre a sus discípulos en Juan
14:7-9, hay en el contexto posterior de este mismo capítulo un versículo del
mismo autor, que pareciera como una contradicción con u versículo de su capítulo
15, pero que no la hay, sino es la mala compresión de quienes los leen, por no
entender el sentido alegórico de que Cristo y el Padre es el mismo. Por lo que ha
de verse primero los siguientes versículos para luego determinar los detalles:
“Más el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y
os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn. 14:26 RVR 1960).
“Pero cuando venga el Consolador,
a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del
Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26, RVR 1960).
En Juan 14:26 el detalle que se
observa, es que el Padre en el Nombre se Jesucristo enviaría al Consolador,
pero en Juan 15:26, es Jesucristo que lo enviaría del Padre. Por esto el
Consolador, tampoco es otro distinto al Padre, sino que Cristo de sí en su
Divinidad como el Padre lo enviaría; y por cuanto cómo se puede avizorar en
Juan 14:7-9 que Cristo antes de decir eso ya se había revelado como el Padre,
entonces el Padre y Cristo es el mismo sujeto de ambos predicados. Por lo tanto
el autor, no está dando a entender con Juan 14:26 y con Juan 15:26, que Cristo,
el Padre y el Consolador son seres distintos, sino está dando a entender como
también perfectamente los demás discípulos lo entendían y lo sabían, que Cristo
es el mismo Padre en su Divinidad, que de si derramaría de su Espíritu, para
cumplir la promesa de Joel 2:27-29, que era de derramarlo sobre toda carne, en
forma de dones espirituales, y en especial sobre sus siervos y siervas (Slm.
68:18; Ef. 4:7-12; Lc. 24:49; Hch. 2:16-18, 33; 1 Co. 12:1-28; y Ro. 12:3-8).
Y así venir a ser
una unidad perfecta con sus escogidos, pues, el Padre que es el Espíritu está en
su Humanidad de Cristo que engendró en María, y Cristo en nosotros mediante los
dones espirituales (Col. 2:9; Jn. 14:10-11; 17:21-23; Ef. 4:4-12; Slm. 68:18; Ro. 12:3-8; y 1 Co.
12:1-28).