Me da mucho placer dejarles mis saludos deseando que todos estén bien. Voy a abrir un tema donde podemos leer versículos de la Biblia. A veces por que estamos muy ocupados no tenemos tiempo de leer. Ojalá les guste.
Con Cariño...
Hortencia
Hebreos 2:5-18
Hebreos 2:5-18
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Jesús nos salva
5 "Dios no ha puesto a los ángeles como jefes del mundo en que vamos a vivir en el futuro. En ese mundo6 el jefe será otro. Pues la Biblia dice:
«Dios, ¿qué somos los mortales para que pienses en nosotros y nos tomes en cuenta?
7 »¡Nos creaste casi iguales a los ángeles! Nos trataste como a reyes; 8 nos diste plena autoridad sobre todo lo que hiciste; nos diste dominio sobre toda tu creación».
Y si Dios le dio «dominio sobre toda la creación», eso quiere decir que nada de lo creado queda fuera de su gobierno. Claro, todavía no vemos que él gobierne sobre todas las cosas.9 Pero Dios nos ama y envió a Jesús a morir para salvarnos. Por eso, aunque Dios permitió que, por algún tiempo, Jesús fuera menos importante que los ángeles, ahora Jesús ha recibido gloria y honor.
10 Dios hizo todas las cosas para él mismo, y quiere que su gloria la compartan todos los que lo aman y obedecen. Para eso, Dios tenía que hacer perfecto a Jesucristo y dejarlo morir, pues Jesucristo es el Salvador de ellos.11 Todos los que aman y obedecen a Dios son sus hijos, y Dios es padre de todos ellos. Y como Jesús también es Hijo de Dios, no se avergüenza de tratarlos como hermanos,12 pues él le dijo a Dios:
«Cuando mi pueblo se junte para adorarte en el templo, yo les hablaré de ti, y te cantaré alabanzas.»
13 También dice:
«Confiaré en Dios.»
Y añade:
«Aquí estoy, con los hijos que Dios me ha dado.»
14 Nosotros somos seres de carne y hueso. Por eso Jesús se hizo igual a nosotros. Sólo así podía morir para vencer al diablo, que tenía poder para matar a hombres y a mujeres.15 Con su muerte, Jesús dio libertad a los que se pasaban la vida con miedo a la muerte.16 Queda claro que Jesús no vino para ayudar a los ángeles, sino a todos los descendientes de Abraham.17 Para poder ayudarlos, tenía que hacerse igual a ellos. Por eso Jesús es un Jefe de sacerdotes en quien se puede confiar, pues está lleno de amor para servir a Dios. Además, por medio de su muerte, Jesús logró que Dios nos perdonara nuestros pecados.18 Y como Jesús mismo sufrió, y el diablo le puso trampas para hacerlo pecar, ahora, cuando el diablo nos pone trampas, Jesús puede ayudarnos a todos."
43 "»No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto,44 pues todo árbol se conoce por su fruto, ya que no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas.45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca."
46 "»¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que yo digo?47 Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las obedece, os indicaré a quién es semejante.48 Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover porque estaba fundada sobre la roca.49 Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina de aquella casa.»"
7 "Después que terminó todas sus palabras al pueblo que lo oía, entró en Capernaúm.2 Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniera y sanara a su siervo.4 Ellos se acercaron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole:
—Es digno de que le concedas esto,5 porque ama a nuestra nación y nos edificó una sinagoga.
6 Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole:
—Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo,7 por lo que ni aun me tuve por digno de ir a ti; pero di la palabra y mi siervo será sanado,8 pues también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a éste: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él y, volviéndose, dijo a la gente que lo seguía:
—Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo."
11 "Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos y una gran multitud.12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.13 Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo:
—No llores.
14 Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo:
—Joven, a ti te digo, levántate.
15 Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.16 Todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»
17 Y se extendió la fama de él por toda Judea y por toda la región de alrededor."
18 "Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos,19 y los envió a Jesús para preguntarle: «¿Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?»
20 Cuando, pues, los hombres vinieron a él, le dijeron:
—Juan el Bautista nos ha enviado a ti para preguntarte: “¿Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?”
21 En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades, plagas y espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista.22 Respondiendo Jesús, les dijo:
—Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio;23 y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.
24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a hablar de Juan a la gente:
—¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?25 ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Pero los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están.26 Entonces ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.27 Éste es de quien está escrito:
»“Yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti.”
28 »Os digo que entre los nacidos de mujeres no hay mayor profeta que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.
29 El pueblo entero que lo escuchó, incluso los publicanos, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.30 Pero los fariseos y los intérpretes de la Ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, y no quisieron ser bautizados por Juan.
31 Agregó el Señor:
—¿A qué, pues, compararé a los hombres de esta generación? ¿A qué son semejantes?32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que se gritan unos a otros y dicen: “Os tocamos flauta, y no bailasteis; os entonamos canciones de duelo y no llorasteis”.33 Vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: “Demonio tiene”.34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Éste es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores”.35 Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos."
36 "Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiera con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume.39 Cuando vio esto el fariseo que lo había convidado, dijo para sí: «Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora.»40 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo:
—Simón, una cosa tengo que decirte.
Y él le dijo:
—Di, Maestro.
41 —Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta.42 No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos lo amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo:
—Pienso que aquel a quien perdonó más.
Él le dijo:
—Rectamente has juzgado.
44 Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón:
—¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos.45 No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.46 No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con perfume mis pies.47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
48 Y a ella le dijo:
—Tus pecados te son perdonados.
49 Los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí:
8 "Aconteció después, que él andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios. Los doce iban con él, 2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3 Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y muchas otras. Ellas les servían con sus bienes."
4 "Juntándose una gran multitud y los que de cada ciudad acudían a él, les habló por medio de una parábola: 5 “Un sembrador salió a sembrar su semilla. Mientras sembraba, una parte cayó junto al camino y fue pisoteada; y las aves del cielo la comieron. 6 Otra parte cayó sobre la roca y, cuando creció, se secó porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó entre los espinos, y los espinos crecieron al mismo tiempo y la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en buena tierra y, cuando creció, llevó fruto a ciento por uno”.
Hablando de estas cosas, exclamó: “El que tiene oídos para oír, oiga”.
La parábola del sembrador explicada
9 Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola. 10 Y él dijo: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás en parábolas para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
11 “Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. 12 Los de junto al camino son los que oyen pero luego viene el diablo y quita la palabra de sus corazones para que no crean y sean salvos. 13 Los de sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo. Pero estos no tienen raíz; por un tiempo creen y en el tiempo de la prueba se apartan. 14 En cuanto a la parte que cayó entre los espinos, estos son los que oyeron pero, mientras siguen su camino, son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a la madurez. 15 Pero en cuanto a la parte que cayó en buena tierra, estos son los que, al oír con corazón bueno y recto, retienen la palabra oída y llevan fruto con perseverancia."
16" “Ninguno que enciende una lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado ni nada escondido que no haya de ser conocido y salir en claro.
18 “Miren, pues, cómo oyen; porque a cualquiera que tenga le será dado, y a cualquiera que no tenga, aun lo que piense tener le será quitado.”
22 "Aconteció en uno de aquellos días que él entró en una barca, y también sus discípulos. Y les dijo:
—Pasemos a la otra orilla del lago.
Y zarparon. 23 Pero mientras ellos navegaban él se durmió. Entonces se desencadenó una tempestad de viento en el lago, y ellos se anegaban y peligraban. 24 Acercándose a él, lo despertaron diciendo:
—¡Maestro, Maestro! ¡Perecemos!
Y despertándose reprendió al viento y al oleaje del agua; y cesaron y se hizo bonanza. 25 Entonces les dijo:
—¿Dónde está la fe de ustedes?
Atemorizados, se maravillaron diciéndose los unos a los otros:
—¿Quién es este que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?"
26 "Navegaron a la tierra de los gadarenos, que está frente a Galilea. 27 Al bajarse él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad el cual tenía demonios. Desde hacía mucho tiempo no había llevado ropa, ni vivía en una casa sino entre los sepulcros. 28 Pero cuando vio a Jesús, exclamó, se postró delante de él y dijo a gran voz:
—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!
29 Porque Jesús había mandado al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues se había apoderado de él desde hacía mucho tiempo. Para guardarlo, lo ataban con cadenas y con grillos pero, rompiendo las ataduras, era impelido por el demonio a los desiertos. 30 Jesús le preguntó, diciendo:
—¿Cómo te llamas?
Y él dijo:
—Legión.
Porque muchos demonios habían entrado en él; 31 y le rogaban que no los mandara al abismo. 32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacía en la montaña; y le rogaron que les dejara entrar en aquellos, y él les dio permiso. 33 Cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago y se ahogó.
34 Los que apacentaban los cerdos, al ver lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos. 35 Y salieron a ver lo que había pasado. Fueron a Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 36 Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado aquel endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la región de los gadarenos le rogó que se apartara de ellos porque tenían mucho temor. Jesús subió a la barca y regresó. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que lo dejara estar con él. Pero Jesús le respondió diciendo:
39 —Vuelve a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios por ti.
Y él se fue proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas Jesús había hecho por él."
40 Al regresar Jesús, toda la gente lo recibió gozosa porque todos lo esperaban. 41 Y he aquí vino un hombre llamado Jairo, que era principal de la sinagoga. Se postró a los pies de Jesús y le imploró que fuese a su casa 42 porque tenía una hija única, de unos doce años, que se estaba muriendo. Mientras él iba, las multitudes lo apretujaban.
43 Y una mujer que padecía de hemorragia desde hacía doce años (la cual, aunque había gastado todo su patrimonio en médicos, no pudo ser sanada por nadie), 44 se le acercó por detrás y tocó el borde del manto de Jesús. De inmediato se detuvo su hemorragia. 45 Entonces dijo Jesús:
—¿Quién es el que me ha tocado?
Y como todos negaban, Pedro le dijo:
—Maestro, las multitudes te aprietan y presionan.
46 Jesús dijo:
—Alguien me ha tocado, porque yo sé que ha salido poder de mí.
47 Entonces, cuando la mujer vio que no había pasado inadvertida, fue temblando y, postrándose delante de él, declaró ante todo el pueblo por qué causa lo había tocado y cómo había sido sanada al instante. 48 Él le dijo:
—Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz.
Jesús resucita a la hija de Jairo
49 Mientras él aún hablaba, vino uno de la casa del principal de la sinagoga para decirle:
—Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.
50 Al oír esto, Jesús le respondió:
—No temas; solo cree, y ella será salva.
51 Cuando llegó a la casa, no dejó entrar consigo a nadie sino solo a Pedro, a Juan, a Jacobo, y al padre y a la madre de la niña. 52 Todos lloraban y lamentaban por ella. Pero él dijo:
—No lloren. Ella no ha muerto sino que duerme.
53 Ellos se burlaban de él, sabiendo que ella había muerto. 54 Pero él la tomó de la mano y habló a gran voz diciendo:
—Niña, levántate.
55 Entonces su espíritu volvió a ella, y al instante se levantó. Y él ordenó que le dieran de comer. 56 Sus padres quedaron atónitos, y él les mandó que a nadie dijeran lo que había sucedido."
9 "Reuniendo a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades.2 Y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.3 Les dijo:
—No toméis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.4 En cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid.5 Dondequiera que no os reciban, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.
6 Y saliendo, pasaban por todas las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes."
7 "Herodes, el tetrarca, oyó de todas las cosas que hacía Jesús, y estaba perplejo, porque decían algunos: «Juan ha resucitado de los muertos»;8 otros: «Elías ha aparecido»; y otros: «Algún profeta de los antiguos ha resucitado.»9 Y dijo Herodes:
—A Juan yo lo hice decapitar; ¿quién, pues, es éste de quien oigo tales cosas?