LAS IDEAS
Surge a veces en el llano y en la loma a veces brota susurrando mansamente, como de una arteria rota, cristalino manantial; manantial inagotable cuya linfa fresca y pura se desliza misteriosa bajo arcadas de verdura como sierpe de cristal. Danle sombra con sus ramas los arbustos de la orilla, y despliega ante sus plantas la balsámica gramilla su magnífico tapiz. Ya se vuelca en un ribazo, ya se arrastra en una hondura, ya parece, desde lejos, en la faz de la llanura misteriosa cicatriz. Pero avanza, siempre avanza, desde el llano, cruza el monte, y al murmullo de sus pasos se va abriendo el horizonte como el velo de un altar; lo saluda el ave errante con dulcísimos gorjeos y le cuenta el aura tímida sus amantes devaneos a la luz crepuscular. La onda leve se agiganta, su rumor se torna en grito, como el pecho que fermenta la ansiedad del infinito la inquietud del porvenir; y creciendo, y avanzando, el raudal se torna en río, y va el río tumultuoso, impertérrito y sombrío, con el mar a combatir. ¡Así nacen las ideas, manantiales de onda pura; las ideas que no tienen más escudo ni armadura que el escudo de su fe! Pero avanzan silenciosas, se retuercen, forcejean, y se allanan las montañas, y los páramos chispean a los golpes de su pie.
Olegario V. Andrade (uruguayo)
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