La alegría es una emoción frecuente cuando estamos felices. La alegría es una emoción, mientras que la felicidad es un estado, por lo tanto, la alegría es pasajera y ocupa un tiempo muy breve, mientras que la felicidad es una forma de vida, de ver la vida de manera optimista y estar conforme con nosotros mismos, y puede mantenerse aún cuando no todo sucede como queremos o pasamos por situaciones desagradables.
El secreto para que logremos la felicidad es dando de lo que queremos alcanzar.
La manera más fácil de obtener lo que quieres es ayudando a otros a obtener lo que quieren.
Este principio del dar opera para todo ser, corporaciones, sociedades y naciones.
Cuando aprendemos a dar aquello que buscamos, activamos la danza del universo con movimientos exquisitos, energéticos y vitales que constituyen el eterno palpitar de la vida.
Si quieres amor, aprende a amar a los demás, si queremos felicidad, da felicidad a otros, si quieres atención y aprecio, aprende a dar atención y aprecio; si quieres abundancia material, ayuda a otros a tener abundancia.
Toma la decisión de dar a dondequiera que vayas, a quien sea que visites o veas.
Siempre y cuando estés dando, estarás recibiendo.
Entre más das, adquirirás más confianza en los efectos milagrosos de esta ley.
La mejor manera de poner en operación la Ley del Dar y poner todo el proceso en circulación es tomar la decisión de que en cualquier momento que entres en contacto con otra persona le darás algo.
Al recibir más, tu habilidad de dar más también aumentará .
Si quieremos ser bendecido con todas las cosas buenas en la vida, tenemos que aprender a bendecir silenciosamente a todos con las cosas buenas en la vida.
Hasta pensar en dar, pensar en bendecir, o una simple oración tiene el poder de influir a los demás. El pensamiento tiene el poder de transformación.
No tiene que ser algo material, puede ser una flor, un cumplido o una oración, de hecho, las formas más poderosas de dar no son materiales.
Los regalos de cuidados, atención, afecto, aprecio y amor son algunos de los regalos más preciosos que puedes dar, y no cuestan nada.
Cuando conoces a alguien, puedes silenciosamente enviarle una bendición, deseándole felicidad, alegría y dicha.
Esta manera de dar silenciosamente es muy poderosa.
A lomejor nos podríamos plantear que como podemor dar de aquello que no tenemos suficiente para nosotros mismos.
Lo que cuenta es la intención de dar, el espíritu con el cual damos, eso es lo que hace la diferencia