Lo digo con emoción y una inmensa alegría.
Me inclino, a través de estas palabras, para rendir tributo a la luz que fluye desde tu bello corazón.
Vengo a celebrar la fortaleza y la entrega de tu espíritu.
Cada una de estas letras acariciará tu alma en señal de agradecimiento.
No fue un año sencillo, las pruebas fueron rigurosas.
Pese a todo, tu llama interna alumbró con hidalguía.
Es por eso que traigo envuelto en el amor de este mensaje, mi sentir más genuino: “Te amo”.
¿Acaso no lo sabías?
Te amo por Ser.
Te amo por estar.
Te amo por hacerme sentir acompañado.
Te amo por ayudarme a despertar.
Te amo por incentivar mis pasos.
Te amo por mostrarte predispuesto a jugar, mientras recordamos nuestra esencia divina.
Te amo por tener la valentía de iluminar sin descanso.
Te amo al reconocer que me amo, porque somos
y seremos Uno.
Los campos de conciencia que ayudamos a cultivar están
floreciendo.
Es tiempo de festejar.
Muy pronto, un aroma fresco y puro comenzará a rociar el aire con vibraciones sutiles,
repletas de color, magia y encanto. Ningún corazón podrá resistir tanta belleza.
La luz traerá una profunda calma y felicidad.
Terminará un largo ciclo de angustia y sufrimiento.
Ese será un gran día.
No existirá represa capaz de frenar el agua celestial del río de la conciencia.
Las almas saciarán su sed.
Habrá amor en las miradas y paz en los corazones.
La humanidad se fusionará en una vibración de hermandad que disipará toda frontera.
Durante algunos instantes, nadie podrá comprender cómo fuimos capaces de vivir en la enajenación de la inconsciencia, privándonos de una energía tan armónica y sublime.
Mientras ese grandioso momento se aproxima, aún queda
tarea por concluir.
No te imaginás cuánto disfruto al divisar el deslumbrante futuro que nos aguarda.
Tras un intenso peregrinar, colmado de enseñanzas transformadoras, que impulsaron nuestro vuelo,
nos volveremos a abrazar en la unidad del espíritu.
La emoción será indescriptible.
Sólo podré decirte, de corazón a corazón: