Me acostumbré a llevarte muy risueño
como al –azul- latido de mis ansias.
Y encandilé mi vida en la distancia,
porque tu amor en mí, fue flor de ensueños.
Al cosechar la rosa de tus besos
pude encontrar el pan de tu dulzura.
Y en las bromelias de tu sabrosura,
adiviné de pronto tu regreso.
¿Cómo será vivir en el destierro?
me pregunté, al verte solitaria;
y le extendí mi mano solidaria
a tu alma gris,... ¡cruel témpano de hierro!.
Más la ilusión cambió tus sentimientos,
y mi cantar rompió las cien murallas
donde infeliz, sangrabas tus batallas,
y el puro amor, libró tus sufrimientos.
Debo decir, que el sol hoy me acompaña
porque mi luz proviene de tus ojos
y al desterrar mis penas, mis enojos;
hoy voy a alzar mi copa de champaña
para brindar al verte florecida
con tu sonrisa fiel, de blanca diosa.
Tienes mujer, la voz,…¡tan amorosa!,
que a tu jardín ¡voy preso, ...de por vida!.
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