El inventor de la motocicleta Harley-Davidson, Arthur Davidson, murió y fue al cielo.
Ante las puertas nacaradas, San Pedro le dice: "Como en vida fuiste un hombre bueno y tus motocicletas revolucionaron el mundo, te queremos recompensar: Podrás conocer a quien tú quieras aquí en el Cielo".
Arthur lo piensa por un instante: "Quiero conocer a Dios".
San Pedro lo lleva a la Sala del Trono y le presenta a Dios.
Dios reconoce a Arthur: "¿Así que tú fabricaste la motocicleta Harley Davidson?
Arthur: "Sí, ese soy yo".
Dios: "Bueno, ¿qué se siente al inventar algo que es bastante inestable, hace ruido y contamina, y no puede correr sin carretera?"
Arthur se sonroja, pero finalmente añade: "Perdone, pero ¿no es usted el inventor de la mujer?"
Dios asiente: "Sí".
Arthur: "De profesional a profesional, te diré que también tu invención tiene algunos defectos de diseño importantes:
1. Demasiada inconsistencia en las protuberancias frontales;
2. Habla constantemente a altas velocidades;
3. La mayoría de los extremos traseros son muy blandos y oscilan demasiado;
4. La toma se coloca demasiado cerca del escape;
5. Y ¡los costos de mantenimiento son enormes!"
- "Hmmmmm, tienes razón en algunos puntos", replica Dios, "espera".
Dios se dirige a su 'super-computadora celestial', teclea algunas palabras clave y espera los resultados... De la impresora sale un trozo de papel y Dios lo lee.
- "Según los datos estadísticos, es cierto que mi invento es defectuoso, pero ¡son más hombres los que 'montan' mi invento que el tuyo!"