De a dos quisimos escapar por los tejados
como esos amantes que huyen inconscientes
y a decir verdad que importa si enamorados
callamos el placer de ser independientes.
De a dos pudimos mostrarnos renovados
a la luz de esa luna que trajo incandescente
marcas de tus labios que aùn siento tan mojados
como el agua de esa mar que nos toca suavemente.
De a dos marchamos sin treguas ni respiros,
con la alquimia del temblor, del cuerpo y de la mente,
y hoy a la distancia, de a dos, somos testigos
de este juicio eterno que dura para siempre.
De a dos supimos que todo esta escondido
entre las malezas de un bosque inexistente
verdes ocultos, aromas tan prohibidos
que solo el despertar nos deja transparentes.