En el camino del deseo
Mi sangre ya corre como lava ardiente. Mi mirada se pierde en el rubor de tu piel. Frenéticamente respiro a tu ritmo, mientras de mis poros brota a gotas el deseo con la urgencia del placer contenido. Al compás de tus gemidos, susurro: Te deseo amor y mi aliento caliente te hace vibrar. También, torpes, mis manos se llenan de ti y se sienten pequeñas para contener tu hermosura. Nuestro abrazo es confluencia de ríos calientes, es abrazo en conjunción de piernas y brazos, es erupción de cuerpos ardiendo, es un caudal de besos y lengua intrusa que corre impaciente acortando la extensión de tu piel, buscando ese punto cardinal en tu loca geografía que produzca temblores, quejidos, suspiros y gritos de placer. Mientras mi boca nerviosa, con palabras muy firmes te dice: Te esperaba, amor, te esperaba…
Después de esta noche no selles tu cama ni cierres la puerta No ahogues las llamas ni apagues las brasas Porque tu fuego en mi piel, mañana lo quiero, quemando otra vez.
Vicente Herrera Márquez
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