Dios me dijo en mis sueños
estás haciendo muy mal,
¡Yo contesté Dios mío!
¿Mi pecado es amar?

Si era tan malo hacerlo
de mi lo debiste alejar,
pero me dejaste conocerlo
y no puedo dar marcha atrás.

De mi alma se hizo dueño
y no lo puedo evitar,
quisiera que fuera un sueño
y olvidarlo al despertar.

Pero cada día es lo mismo
cada día es igual,
en cuanto abro mis ojos,
siempre él está.

Sonriendo tan bello como es él
un ángel de tu paraíso
que me hiciste conocer…

Entonces Dios mío
dime ¿qué puedo hacer?
ya es dueño de mi voluntad
y de mis sueños también.

Y si por eso me has de castigar,
humildemente lo aceptaré,
no te voy a replicar,
pues merecido lo tendré.

Eso si te he de decir,
a su amor no he de renunciar,
aunque las llamas del fuego eterno
me tengan que calcinar.

Y si ese es precio justo
con gusto lo he de pagar,
pues los besos de su boca
nadie los podrá borrar.

Y así te contesté ¡Dios mío!
¡Perdóname por pecar!
Pero si lo tengo cerca de mí
nuevamente lo vuelvo a amar.