El
sacerdote jesuita Carlos Novoa, teólogo y profesor titular de la
Universidad Javeriana, hace un interesante análisis a propósito de la
crisis financiera que de Estados Unidos se replica a todo el mundo.
Hoy
en día con frecuencia, la riqueza material es el ídolo al que se
sacrifica todo por alcanzar el éxito económico, deviniendo este éxito
el verdadero dios de la persona. Por ende, es necesaria una decisión
fundamental entre Dios y la sed de ganancia pecuniaria, es necesaria la
opción entre la lógica de la ganancia como criterio último de todo
nuestro comportamiento y la lógica del compartir y la solidaridad.
Absolutizar
la lógica de la ganancia incrementa las desproporciones y exclusiones
entre ricos y pobres y una absurda explotación del planeta. En cambio,
cuando prevalece la lógica del compartir y la solidaridad es posible
corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo para el
bien común de todos. En el fondo, se trata de la opción entre el
egoísmo y el amor, entre la justicia y la deshonestidad, en definitiva
entre Dios y Satanás.
Si amar a Cristo y a l@s herman@s no es
asumido como algo accesorio y superficial, sino como el verdadero y
último objetivo de toda nuestra existencia, urge realizar opciones de
fondo, estar dispuestos a renuncias radicales, y si es necesario,
llegar hasta el martirio. Hoy como ayer, la vida del cristiano exige el
coraje de ir contra la corriente, de amar como Jesús, quien asumió su
entrega hasta las últimas consecuencias en el sacrificio de la cruz",
Omelia di sua santità benedetto xvi, celebrazione eucaristica Sul
Sagrato della Vattedrale di velletri, Italia, Piazza San Clemente,
Domenica, 23 settembre, 2007, www.vatican.va 2008. La traducción del
italiano es mía. Cfr. Periódico El Tiempo, Bogotá, septiembre 24, 2007,
primera plana.
Con gran coraje y en las más diversas ocasiones
como la de la anterior cita, Benedicto XVI, expresando el consenso de
la Comunidad Católica, viene denunciando las fatídicas consecuencias de
la idolización del dinero y el poder en las más diversas partes del
mundo, insistiendo en la urgencia de nuestro compromiso para cambiar de
forma radical esta nefasta situación.
Prueba reina de la
veracidad de la señalada constatación de nuestro papa alemán es la
crisis financiera actual que asola los Estados Unidos de América, la
cual nos afecta a todos los humanos, dado el inconmensurable poder de
tal nación el cual invade toda la tierra. Desde 2001 sucede una notable
bonanza económica en la superpotencia unipolar, dándose una notable
venta de vivienda por medio de créditos hipotecarios a 30 años, con
altas tasas de interés. Los préstamos hipotecarios son dados por la
banca comercial, y buena parte de estos créditos fueron comprados por
la banca de inversión que los empaquetó y emitió, a partir de ellos,
productos derivados financieros, que a su vez otros bancos compraron,
empaquetaron y volvieron a vender, expandiéndose por todo el globo.
Estos
derivados financieros y la banca de inversión no tenían ninguna
regulación gubernamental hasta la fecha, consecuentes con la visión
neoliberal imperante. Según esta visión, la función social y reguladora
del Estado estorba el crecimiento económico y debe abolirse, ya que los
mercados no necesitan ningún control que limite su libre y gran
desarrollo, porque la "mano invisible" o la "autorregulación" de su
propio devenir, se presume, los controla.
Pero el acaecer de los
acontecimientos ha hecho caer como todo un castillo de naipes tal
presunción. En 2007 se cristaliza una desaceleración económica del gran
coloso norteamericano lo que genera una disminución en los ingresos de
la clase media estadounidense, la que constituye el grueso de la
población, siendo millones de ellos deudores de las mencionadas
hipotecas. Desde 2005 la Reserva Federal sube las tasas de interés, y
en 2006 se da un alza considerable de los precios de los alimentos y la
energía. Asimismo, aumenta el desempleo el cual subió de 5.1% a 6.1% de
diciembre de 2006 a hoy. Todo este cuadro genera una disminución
considerable de los ingresos de la clase media deudora, lo que lleva a
que ésta cese los pagos de sus hipotecas habitacionales.
Este
cese de pagos que se desarrolla de forma procesual y en ascenso,
provoca en los últimos meses la quiebra de grandes bancos en los
Estados Unidos y Europa. En este sentido traigo a continuación un
análisis muy pertinente e iluminante: "Ahora, con los porrazos que se
han dado las empresas hipotecarias, las financieras, los bancos y
finalmente todo Wall Street, asistimos a una milagrosa conversión: los
profetas que se desgarraban la camisa por cualquier intromisión
gubernamental en la empresa privada besan la mano del Estado para que
los salve de la debacle. Y el gobierno del país más adicto al
libertinaje del mercado, Estados Unidos, ha gastado un billón de
dólares del erario en rescatar compañías particulares que, por codicia,
ineptitud, a veces corrupción y casi siempre laxa regulación, se
hundieron al estallar la burbuja del ladrillo. ¿Quién está salvando a
los pomposos capitalistas? Los humildes ciudadanos. En promedio, a cada
contribuyente gringo niño, anciano, monja, desempleado le costará más
de 3.000 dólares la hecatombe del mercado. Los ciudadanos son los
grandes perdedores de la crisis. ...
El capitalismo cerrero
acabó violando sus más esenciales principios. Solo le faltaba pedir
ayuda a un régimen comunista. Y acaba de hacerlo: la quebrantada
financiera Morgan Stanley espera que el gobierno chino la salve con una
transfusión de dinero fresco. Confío en que el espectáculo de la agonía
de Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman, AIG y Merrill Lynch sirva de
ejemplo a nuestros neoliberales domésticos. Señores: ¡el mercado (tal
como lo conocemos) se acabó!" SAMPER, DANIEL ¡Se acabó el mercado!
Periódico El Tiempo, Bogotá, septiembre 23, 2008, www.eltiempo.com
2008.
Si la banca de inversión hubiera dejado la veleidad de la
"mano invisible", siendo regulada en sus operaciones y en la creación
de sus derivados financieros, no estaríamos viviendo este tremendo
escenario conformado por grandes quiebras financieras de imprevisibles
consecuencias sobre el sector real de la economía, las cuales sin duda
se traducirán en dantescas situaciones de pobreza y desempleo a no
pequeña escala.
La banca de inversión no recibió las
regulaciones señaladas dejándose llevar por el entusiasmo de la bonanza
del momento, donde para ella solo cuenta la ganancia monetaria
inmediata, sin considerar la importancia de garantizar la seguridad
económica futura de las personas deudoras, y de facto, la estabilidad
del porvenir de ella misma, y de esta forma termina haciéndose todo un
autentico hara kiri.
Salta a la vista entonces como el desprecio
de la función social del Estado en la regulación económica, con el fin
de garantizar la estabilidad de la dinámica de producción y consumo de
bienes y servicios, junto con la imposición de la filosofía LO UNICO
QUE CUENTA SON LAS GANANCIAS Y NO LAS PERSONAS, conforman la causa de
la hecatombe financiera estadounidense, que está generando la caída de
todas las grandes bolsas de valores del mundo, y el hondo desequilibrio
de las economías del globo.
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