Muchas
veces decimos creer en Jesús, pero cada vez que aceptamos o seguimos un
maestro cuyas enseñanzas contradicen el mensaje de Jesús, no estamos
creyendo en Jesús, sino que estamos creyendo en otro maestro, diferente.
“Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” Juan 14,6
Jesús debe ser nuestro único maestro, si deseamos ser de verdad discípulos de Él.
Y
para poder saber cual es la enseñanza del maestro, para poder conocer
la voluntad de Dios, debemos alimentarnos de su palabra y de la
enseñanza de la Iglesia:
"Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. ” Mateo 4,4
Si
un cristiano no estudia a diario su palabra, y no se alimenta de ella
¿Podrá saber cual es la voluntad de Dios? ¿Podrá obedecer a Dios sino
conoce su palabra?
No
se puede hacer lo que no se conoce, no podemos saber que quiere de
nosotros sino leemos su palabra, sino escuchamos la enseñanza de la
Iglesia, a quien Cristo prometió llevar a la verdad completa:
“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino
que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.” Juan 16,13
Y les dio autoridad:
“Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»” Juan 20,21
Ya que escucharles es escucharle a Él:
"Quien
a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza,
a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha
enviado."Lucas 10,16
En
fin, para saber cual es la voluntad de Cristo, lo principal es acudir
asiduamente a las fuentes que nos ha dejado para conocerla, que son su
palabra y la enseñanza de nuestra Iglesia.
Pero
el cristiano no debe limitarse a escuchar la palabra de Dios, sino debe
tratar por medio de la gracia de Dios, y de todas sus fuerzas en
practicarla:
“No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; =
apartaos de mí, agentes de iniquidad!" «Así pues, todo el que
oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre
prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa;
pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el
que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el
hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia,
vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra
aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»” Mateo 7,21-27
Si
no tomamos en serio el estudio de la palabra, y no la practicamos, nos
pasará como la tierra llena de espigas, donde al caer la semilla se vio
ahogada y no dio fruto.
Creer
en Jesús es guardar su palabra, que significa estudiarla, meditarla y
practicarla, para que algún día podamos decir como Pablo:
“y
no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al
presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se
entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2,20