El
rasgo principal del Barroco, en lo que al arte del desnudo se refiere,
consiste en la realización de obras sagradas impregnadas de la misma
sensualidad que las profanas. El San Sebastián de Guido Reni, la
Susana de Guercino, la Betsabé de Rembrandt o la Susana de Rubens son
buenos ejemplos. Pero será en los asuntos mitológicos donde el desnudo
adquiera su mayor esplendor. El Imperio de Flora de Poussin, la
Alegoría de la Fecundidad de Jordaens, Venus y Adonis de Carracci o la
Venus del espejo de Velázquez son excelentes muestras de la sensualidad
barroca llevada al tema del desnudo. El Rococó nos traerá las raíces
del desnudo moderno, añadiendo importantes dosis de erotismo a las
obras, como observamos en las pinturas de Fragonard: La camisa quitada
o La rosquilla. Boucher, el otro gran maestro de la pintura galante,
continuará con sus representaciones de Venus pero ya empieza a tratar
el tema de las odaliscas, habitual en la pintura decimonónica. En la
pintura italiana del siglo XVIII se continúa con el barroquismo
anterior, como observamos en el Castigo de Amor de Sebastiano Ricci. La
reacción al decorativismo del Barroco vendrá de la mano del
Neoclasicismo. Los pintores buscan sus fuentes en la Antigüedad y David
será el primer maestro de referencia; sus desnudos continúan con la
temática mitológica, como apreciamos en Psiqué y Cupido o Venus y
Marte. Pero es Ingres el pintor que más tratará el tema del desnudo: la
Bañista de Valpinçon, la Gran Odalisca o el Baño turco son algunos
magníficos ejemplos. El Romanticismo no abandonará el desnudo como
tema, aportando importantes dosis de exotismo y orientalismo, como
observamos en las Mujeres turcas en el baño o la Mujer con un loro,
lienzos ambos de Delacroix, sin renunciar a la intensidad dramática de
los desnudos masculinos de Gericault. Pero será el Realismo el
movimiento que nos muestre a las mujeres y los hombres tal y como son,
de carne y hueso. Buena muestra de esto sería el curioso lienzo de
Courbet titulado el Origen del mundo, las Bañistas o El sueño, trabajos
del mismo autor. Esta tendencia a abandonar la idealización se continúa
en el Impresionismo. El Desayuno en la hierba y la Olimpia de Manet;
las Bañistas de Renoir o las jóvenes de Degas son algunos de los
ejemplos de desnudos que nos presenta este movimiento. El desnudo
también será un interesante tema para la vanguardia. Expresionistas
como Kirchner o Rouault; simbolistas como Puvis de Chavannes o Gustave
Moreau; fauvistas como Matisse; cubistas como Picasso o Braque;
miembros de la Nueva Objetividad alemana como Christian Schad; artistas
pop como Hockney; pintores naïf como Foujita o el Aduanero Rousseau;
surrealistas como Paul Delvaux, Salvador Dalí, Marc Chagall o Rene
Magritte. Todos se interesarán tarde o temprano por el desnudo. Pero si
tenemos que elegir un pintor del siglo XX que cultive especialmente
esta temática, hemos de elegir a Amedeo Modigliani, cuyos magníficos
desnudos no dejan de estar cargados de inquietud, de tensión interior y
desasosiego