"El
cuerpo, suavemente modelado, puede considerarse como un prodigio
virtuosista. No es fácil traspasar la perfección técnica de esta
obra... equilibrio entre belleza física y transporte espiritual... se
mantiene alejado de la exhibición sangrienta... se acude a una corona
de espinas natural, detalle de barroquismo... Pacheco policromó esta
pieza con exquisita maestría... La carne mate y fresca" (Martín González).
Es
«perfecto de dibujo, modelado, talla y anatomía, donde todo está
equilibrado, sirviendo la materia como puro soporte de la idea» (Hernández Díaz).