La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella.
No lo hagas, si no conviene; no lo digas, si no es verdad.
No permitas que tu memoria se enajene de las cosas que tienes, sino de las que te hagan falta.
Ten presente que los hombres, hagan lo que hagan, siempre serán los mismos.
El tiempo es como un río que arrastra rápidamente todo lo que nace.
El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele.
La perfección de las costumbres consiste en vivir cada día como si fuera el último.
Acuérdate
en adelante, cada vez que algo te entristezca, de recurrir a esta
máxima: que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla
con grandeza de ánimo es una dicha.
El mundo no es más que transformación, y la vida, opinión solamente.
Lo que no beneficia a la colmena, tampoco beneficia a la abeja.
Lo
primero, no te alteres. Pues todo es conforme a la naturaleza
universal, y dentro de poco tiempo no serás nadie en ninguna parte,
como tampoco lo son Adriano ni Augusto.
Luego, abriendo bien los ojos al asunto, y teniendo en cuenta que tu
deber es ser un hombre bueno y qué es lo que exige la naturaleza
humana, cumple con aquél sin dejarte doblegar y como te parezca más justo, únicamente con benevolencia, modestia y sinceridad.