Los pueblos tartésicos habitaron en el suroeste de la Península y
la Baja Andalucía, llegando a tierras de Badajoz, Toledo y Jaén.
Mantuvieron relaciones comerciales con los fenicios asentados en las
costas del sur, gracias a las cuales integraron a la Península en los
circuitos comerciales del Mediterráneo durante el llamado "periodo
orientalizante", entre los siglos VIII y VI a.C. Según el historiador
griego Estrabón, el rey Argantonios mantuvo también relaciones con los
griegos de Fócea, recién llegados a la Península. La cultura tartésica
no podría explicarse sin tener en cuenta los contactos fenicios,
gracias a los cuales estas poblaciones conocieron nuevas técnicas en
alfarería, metalistería, orfebrería y arquitectura; recibieron y
cultivaron nuevos productos, asimilaron nuevas ideas, creencias y
ritos, y practicaron la escritura. Todos estos cambios, controlados por
un grupo minoritario, reforzaron el poder del monarca, que detentaba
además las relaciones con la divinidad. Los pueblos tartésicos
desarrollaron la orfebrería con técnicas nuevas, como la soldadura, el
granulado y la filigrana, aprendidas de los fenicios. Con ellas
fabricaron nuevos tipos de joyas más complejas. Diademas, grandes
arracadas, anchos cinturones y diversos tipos de anillos y colgantes
son parte de la variedad de joyas tartésicas representadas en el
llamado "Tesoro de Aliseda". La práctica, casi común, de la cremación
de los difuntos, y los enterramientos con lujosos ajuares en grandes
necrópolis, son una novedad en este "periodo orientalizante". El
estatus social del difunto se plasma en el tipo de tumba y en su ajuar.
Uno de las necrópolis mejor conocidas, hoy día, es la de Medellín,
Badajoz. Un ritual religioso generalizado y de origen oriental era la
libación o acción de verter líquidos. Para ello se requerían jarros de
bronce y los denominados "braseros" o grandes páteras metálicas que se
suelen encontrar en las tumbas de grandes personajes tartésicos y en
algún palacio-santuario. Una de las jarras tartésicas más
espectaculares es la encontrada en Valdegamas, Badajoz. ARTEHISTORIA Se ha añadido a la lista rápida .5:30
No es seguro que existiera una ciudad llamada Tartessos, dado que
aún no se ha encontrado su ubicación. Aunque están perfectamente
documentados otros poblados a lo largo del valle del Guadalquivir,
territorio de expansión de la Civilización de Tartessos.
La exposición "El Carambolo. Cincuenta años de un tesoro"
conmemora uno de los hitos en la historia de la arqueología española,
el hallazgo en 1958 de un conjunto de piezas de oro del mítico pueblo
ibérico de Tartessos, con el que tuvieron contacto los fenicios en el
sur de España. EFE