LA CHIQUITA PICONERA
I
El pintor la respetaba lo mismo que algo sagrao y su pasión le ocultaba porque era un hombre casao. Ella lo camelaba con alma y vía hechisá por la magia de su paleta y al igual que una llama se consumía en aquella locura negra y secreta.
ESTRIBILLO
Y cuando de noche Córdoba dormía... y era como un llanto la fuente del Potro, una voz decía: ¡Ay, chiquita piconera, mi piconera chiquita! Esta carita de cera a mí el sentío me quita. Te voy pintando, pintando ar laíto der brasero y a la vez me voy quemando de lo mucho que te quiero. ¡Várgame San Rafael, tener el agua tan cerca y no poderla bebé!
II
Ella rompió aquel cariño y le dio un cambio a su vía, y el pintor iguá que un niño lloró al mirarla perdía. Y cambió hasta la línea de su pintura, y por calles y plazas lo vió la gente deshojando la rosa de su amargura como si en este mundo fuera un ausente.
ESTRIBILLO
Y cuando de noche Córdoba dormía... y era como un llanto la fuente del Potro, el pintor gemía: ¡Ay, chiquita piconera, mi piconera chiquita! Toa mi vía yo la diera por contemplar tu carita. Mira tú si yo te quiero que sigo y sigo esperando ar laíto der brasero para seguirte pintando. ¡Várgame la Soleá, haber querío orvidarte y no poderte orviá
Rafael de León
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