A comienzos del siglo XI, la Península Ibérica se halla muy
fragmentada en diferentes territorios. En la España musulmana, a la
muerte de Almanzor, primer ministro del califa Hixam II, que había
frenado el avance de los reinos cristianos, comienza la desintegración
del califato y su fragmentación en pequeños reinos de taifas, como las
grandes de Zaragoza, Lérida, Toledo, Badajoz, Sevilla, Córdoba y
Murcia, acompañadas por otras de menor extensión.
Los reinos cristianos españoles fueron frontera de Europa durante
siglos y bastantes peculiaridades de su desarrollo se deben a esta
condición, aunque su entendimiento histórico sólo puede conseguirse
dentro de las coordenadas comunes al Occidente medieval. La reconquista
es un concepto originado en aquellos siglos según el cual el territorio
de Hispania había sido ocupado injusta y violentamente por los musulmanes al causar la destrucción de la Monarquía visigoda,
por lo que los reyes hispanocristianos tenían el derecho y el deber de
recuperarlo pare conseguir -ideal neogoticista- la restauración
política y religiosa, a través de una acción bélica que, desde el
último tercio del siglo XI, se justifica no sólo con argumentos
neogoticistas sino apelando también a la idea de cruzada contra los
infieles. Con todo, la gran diferencia entre las cruzadas hispánicas y
las de otros ámbitos
consiste en que, en este caso, se desarrollaron sobre un territorio,
con unas poblaciones y a partir de un pasado específicos e internos, lo
que explica en gran medida la singularidad del resultado y la de los
contactos entre culturas ocurridos en el ámbito peninsular.
Pero tampoco se puede olvidar que ocurrieron durante la plenitud
medieval, como parte del vuelco que se produjo en el sistema de
relaciones entre cristianos v musulmanes en el Mediterráneo. En la
frontera española se forjó, bajo la apariencia de recuperación y
restauración, una voluntad colectiva de ser en la historia de
Occidente: la misma idea de reconquista fue fundamental en la formación
de la conciencia histórica e implicaba la existencia sucesiva de
fronteras provisionales, hasta que se llegara a su culminación, y la
previsión de reparto de los territorios todavía sin conquistar, y de su
colonización y organización eclesiástica, política, social y económica.
La sociedad de la época conoció, por causa de guerras y colonizaciones,
situaciones de mayor movilidad y flexibilidad interna que otras del
Occidente feudal y las mismas formas de organizarse la feudalidad, las
relaciones de poder y el reparto político en reinos obedecieron en
muchos casos a las circunstancias del proceso de reconquista. Sin
embargo, aun valorando los rasgos y situaciones peculiares, la
interpretación global de la realidad histórica española de aquella
época ha de integrarse con la de las otras tierras de la cristiandad
latina en una explicación común y, a la vez, comparativa, de modo que
tanto aquí sólo aludiremos a los procesos de conquista y colonización que tanto la singularización durante los siglos centrales del medievo.