Durante el siglo XVIII,
España estará abierta al influjo de las ideas de la Ilustración, que
tiene en la educación uno de sus pilares principales. Como en siglos
anteriores, las principales universidades eran las de Santiago,
Salamanca, Valladolid y Alcalá de Henares. A éstas se unían otras como
las de Oviedo, Huesca, Zaragoza, Toledo, Sevilla, Baeza, Granada,
Orihuela o Valencia. El apoyo de la ciudad de Cervera a Felipe V
durante la Guerra de Sucesión hizo que esta ciudad recibiera una
Universidad. Algunas ciudades contaban con importantes centros
educativos, como eran los de Zaragoza, Vitoria, Gijón o Murcia. En
Madrid se fundaron algunos centros no universitarios de enseñanza
superior, como el Real Seminario de Nobles, el Real Estudio de San
Isidro o la Escuela de Mineralogía. También en Madrid se fundaron
Academias, como las de la Lengua, de la Historia, de Jurisprudencia de
Santa Bárbara o de Bellas Artes de San Fernando. Pero el instrumento
ilustrado más importante para la modernización de España fueron las
Sociedades de Amigos del País. A partir de la primera, la Sociedad
Vasca de Amigos del País, creada en 1765, surgieron más de cincuenta,
diseminadas por todo el territorio.
La España del siglo XVIII es un país escasamente poblado. Las
áreas con mayor densidad de población son Madrid y Guipúzcoa, con más
de 60 habitantes por kilómetro cuadrado. Entre 51 y 60 habitantes
presentan Navarra, Valencia y Baleares. La densidad de población es
algo menor en zonas como Asturias, Toro y Sevilla, situándose entre los
41 y los 50 habitantes por kilómetro cuadrado. En Cataluña y el antiguo
reino de Granada la densidad está entre los 31 y los 40 habitantes. Las
zonas de menor densidad de población corresponden al interior. Entre 11
y 30 habitantes por kilómetro cuadrado tienen áreas como Galicia,
Aragón, prácticamente toda Castilla la Vieja, Córdoba y Murcia. Las
zonas más despobladas son León, Zamora, Salamanca, Extremadura, La
Mancha, Cuenca y Jaén, con una densidad inferior a 10 habitantes por
kilómetro cuadrado.