DOMINGO / 4 - 12 - 2016 . JUAN EL BAUTISTA ANUNCIA LA LLEGADA DEL SALVADOR . SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO.
--ARTÍCULO .*http://www.egrupos.net/…/jose…/archivo/indice/4861/msg/6264/
--DOCUMENTAL
* https://www.youtube.com/watch?v=asIL92X2jb4&t=61s
Juan el Bautista se presenta en el desierto, y es la voz que clama en
este escenario. Su vestidura de piel de camello y las langostas como
alimento, indican que su vida transcurría en la austeridad del desierto,
liberado de los atractivos de la ciudad, del consumismo, de la
apariencia. En la Biblia, el desierto simboliza el encuentro entre Dios y
el corazón humano, que reconoce la vanidad de todo y descubre que sólo
en Dios encuentra un sentido para su existencia. Por eso toda la Biblia
está marcada por este símbolo del desierto. El pueblo judío viajó por el
desierto para alcanzar una nueva vida, los profetas pasaban un período
de purificación en el desierto antes de una misión, y algunos textos de
profundo lirismo nos hablan de la necesidad de entrar en el desierto
para seguir a Dios con un corazón liberado: "De ti recuerdo tu cariño
juvenil... cuando me seguías por el desierto" (Jer 2, 2). "La llevaré al
desierto y le hablaré al corazón" (Os 2, 16). Por eso mismo, Juan el
Bautista, que debió abrir paso a la llegada del Mesías, también se
identifica con el desierto, y la gente acudía al desierto para recibir
su sabiduría. No olvidemos que el mismo Jesús pasó cuarenta días en la
soledad y la austeridad del desierto antes de salir a predicar. Por eso
deberíamos pensar en que cada uno de nosotros necesita del desierto, de
un tiempo de liberación, de despojo interior, de soledad, para poner la
propia vida bajo la luz de Dios y estar disponible sólo para él. Este
tiempo de desierto libera el corazón, abre nuevos caminos, despeja la
mirada, renueva la existencia.
EVANGELIO . Mateo 3:1-12
1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
2 «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.»
3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del
que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus
sendas.
4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un
cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel
silvestre.
5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán,
6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les
dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira
inminente?
8 Dad, pues, fruto digno de conversión,
9 y no creáis
que basta con decir en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham";
porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás
de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El
os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
12 En su mano tiene el
bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la
paja la quemará con fuego que no se apaga.»