A 42 años de matanza, el reclamo es hoy por empleos y educación
Detrás del Comité del 68, donde se agrupan algunos de los que fueron cabezas del movimiento estudiantil de 1968 —desactivado tras la masacre del 2 de octubre de aquel año en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco— marcharon cientos, miles que hacían sus propios reclamos… y sus gritos sobre aquella represión fueron guardados
Domingo 03 de octubre de 2010 Francisco Reséndiz | El Universalfrancisco.resendiz@eluniversal.com.mx
Miles de policías siguieron cada paso que dieron. Con escudo y tolete en mano y 434 vehículos los vieron pasar. Al atardecer, ese puñado de hombres y mujeres que hace 42 años luchó contra el régimen político entró al Zócalo y desde ahí lanzó un solo reclamo: “No más represión”.
Detrás del Comité del 68, donde se agrupan algunos de los que fueron cabezas del movimiento estudiantil de 1968 —desactivado tras la masacre del 2 de octubre de aquel año en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco— marcharon cientos, miles que hacían sus propios reclamos… y sus gritos sobre aquella represión fueron guardados.
Pero los jóvenes de antes pensaron en los jóvenes de hoy y criticaron la política económica, la falta de oportunidades para su desarrollo y la falta de educación y que siete millones de jóvenes no estudien ni trabajen y que despectivamente sean llamados ninis.
“Los ninis son ustedes: los burócratas, los legisladores, los trabajadores de paraestatales y que no le dan nada a México”, acusaron y advirtieron que su principal logro, después de 42 años, es que se abrieran las plazas públicas a la inconformidad social. Demandaron unidad en la lucha social.
Así pues, un camión del Movimiento Proletario Independiente (MPI) avanzó despacio. Al filo de las 16:00 salieron de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, comarcharon por el Eje Central. En el puente de Garibaldi, el llamado “contingente negro”, se enfrascó con la policía, pero en un instante fue encapsulado y desactivado.
A cada metro había un policía, en bocacalles se concentraban contingentes de granaderos. Algunos edificios fueron protegidos con barreras altas de madera, similares a las vallas que usan los cuerpos de seguridad para contener a las manifestaciones violentas y con personal vestido de civil que caminaba entre los manifestantes.
Y adelante marchó el Comité del 68 y sus familias; detrás, indígenas triquis de San Juan Copala, Oaxaca, un grupo de 15 mujeres con machete en mano de San Salvador Atenco, estado de México; le siguieron mujeres y familiares de integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y miles de jóvenes de distintas entidades agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas, los grupos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), así como diversas organizaciones sociales.
Esta vez, a diferencia de otros años, el grupo de 68 marchó adelante y ya no fue rebasado por los más jóvenes, por los que gritan vivas al Che Guevara, a Federico Engels o a Carlos Marx, pero que calzan tenis Nike o Converse, usan camisas Hugo Boss, playeras Massimo Dutti y pantalones Levis… aunque sean imitaciones o pirata.
Dan la cara los del 68
Como siempre, los del movimiento estudiantil de 1968 dieron la cara; otros jóvenes se cubrían con paliacates, bufandas o camisas. Otros más caminaban vestidos a la moda, con tenis y jeans de marca, con camisas de sus grupos favoritos, con frases escritas en inglés. Y se tomaban fotos.
Raúl Álvarez Garín adelantó unos pasos al grupo de sus compañeros liderados por Jesús Martín del Campo y Félix Hernández Gamundi… En el costado oriente del Palacio de Bellas Artes los esperaba Rosario Ibarra de Piedra con el puño en alto. Los policías solamente miraban sin intervenir.
Un muchacho con pantalón y camisa de manta, manchados con pintura roja se aceró a Rosario Ibarra de Piedra y le exigió decir a quien apoya en el conflicto de San Juan Copala. La increpó, le exigió y después, cuando la senadora quiso platicar, se puso nervioso y se perdió entre la multitud.
“Se debe creer en el Ejército, pero hay que depurarlo”, decía la activista social hoy senadora. Advertía que los derechos humanos en México “están para llorar” y que hoy, no sólo hay ciudadanos civiles desaparecidos, pues ya también hay militares.
Ahí, a la altura de Eje Central y Donceles, una joven le disputaba a Raúl Álvarez Garín la atención de la prensa, insistía en llevar a los reporteros con el grupo de jóvenes vestidos de negro, con el cabello erizado y botas obreras que habían sido separados de la marcha por los policías capitalinos.
Castigo para Ulises Ruiz
En 5 de Mayo, el Frente de Estudiantes Campesinos Socialistas y la gente de San Salvador Atenco reclamaban la liberación de Raúl Ronquillo. Sobre la calle de Palma, los triquis exigían castigo al gobernador Ulises Ruiz Ortiz por la represión en San Juan Copala.
En oleadas, los estudiantes de provincia corrían sobre 5 de Mayo. Se detenían y agitaban banderas rojas enormes, de unos 20 metros de largo por 15 metros de ancho. “No digas nada, no digas de dónde vienes ni dónde vives”, le exigía un muchacho a otro que platicaba con una chica. Sus chamarras decían “Michoacán” y “Chiapas”.
Y así transcurrió la marcha conmemorativa del 2 de octubre de 1968. Pese al cerco policial hubo algunos brotes de violencia, pintas en los negocios, gritos e insultos contra los uniformados y largos ratos de silencio que fueron rotos por el altavoz del Movimiento Proletario Independiente.
Al anochecer, los hombres y mujeres que hace 42 años se enfrentaron al régimen político encabezado por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz tomaron nuevamente el Zócalo y, otra vez, ya con canas y miles de recuerdos de su lucha, exigieron respeto al gobierno, oportunidades y fin de la represión, pero esta vez para los actuales jóvenes mexicanos. El día concluyó en silencio, con un minuto en memoria de los que se fueron hace cuatro décadas... mientras quemaban una botarga de Felipe Calderón vestido como militar.
http://www.eluniversal.com.mx/nacion/180917.html