REDACCIÓN/Verónica Espinosa/AproNOTA PUBLICADA: 10/17/2010
Manuel Doblado, Guanajuato.- Han pasado más de cuatro meses y la gente sigue preguntando por ellos. Manuel Lozano García, Felipe Ángel Aguirre, Diego Ernesto Méndez García y Antonio Meléndez Pérez hicieron en mayo un viaje, que pagaron en tandas, para conocer el puerto de Veracruz. Iban con sus respectivas esposas, hijos y amigos. Allá desaparecieron.
El destartalado autobús hizo casi 24 horas de camino y llegó al hotel Howard Johnson del puerto la madrugada del 13 de mayo. Ese día, por cierto, en el hotel se hospedaba también el entonces candidato del PAN a Gobernador, Miguel Ángel Yunes, que tenía actividades de campaña.
Desvelados y cansados, los paseantes guanajuatenses no quisieron perderse los primeros recorridos y, el mismo día, todos con las pulseras de plástico rojas que los identificaban como huéspedes, conocieron el acuario y el fuerte de San Juan de Ulúa; comieron en Mandinga.
Esa noche los hombres bebieron unas copas en el área de la alberca del hotel y salieron a buscar hielo. Después ya nadie los vio.
Amenazan a esposas
Las cuatro esposas interpusieron denuncias. En el proceso han encontrado silencio, falsas pistas, negligencia de las autoridades veracruzanas e incluso amenazas telefónicas.
Además se enteraron de otras desapariciones, la mayoría de hombres a los que se supone prisioneros en campos de cultivo de mariguana o en laboratorios de drogas sintéticas, donde se les obliga a trabajar para la delincuencia organizada.
Basta con un vistazo a la sección de personas desaparecidas en la página de internet de la Procuraduría de Justicia de Veracruz. La primera de la lista es Rocío Alejandra Ceballos Ochoa, originaria de Salamanca, Guanajuato, y trabajadora del Poder Judicial de la Federación en Xalapa.
Según sus ex compañeros de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guanajuato –quienes enviaron un correo electrónico a esta corresponsal– ella desapareció el 15 de agosto alrededor de las 21:30 horas en la colonia Constituyentes de la capital veracruzana.
La sección revela las dimensiones brutales de la desesperanza: en 36 páginas despliega los nombres de 350 desaparecidos y en algunos casos las fotografías. “Ayúdanos a localizarlos”, pide la autoridad. En la segunda página aparecen los cuatro dobladenses.
“¿Por qué nadie nos dijo que en Veracruz estaba todo tan peligroso? Si hubiéramos sabido…”, lamenta Alma Delia, esposa de Felipe Ángel.
Esta pareja atendía una taquería. Por primera vez viajaban al puerto en un paseo de cuatro noches y cinco días. Se les unieron los otros matrimonios, con los cuales acostumbran dar paseos al arroyo o al cerro, ya sea los fines de semana o en las vacaciones. En una ciudad pequeña todos se conocen.
Ahora Alma Delia comparte con María de los Ángeles, Magdalena y Rocío las ausencias. Y la impotencia porque la Procuraduría veracruzana ofreció investigar a fondo para encontrar a sus esposos, pero ya ninguno de sus funcionarios les toma las llamadas.
Las une también el miedo. No quieren volver al puerto porque las llamadas que recibieron hace unas semanas fueron claras: “Ya ni le muevan”. Por ellas “ni nos queríamos venir –dice llorando Alma Delia–; regresamos con la mitad del corazón, porque la otra la dejamos allá”.
Cooperación… ¿con quién?
La desaparición de los cuatro hombres quedó asentada en el oficio PGJ/1010/2010, fechado el 15 de mayo y firmado por