Voltaire

Acapulco, Guerrero.- Es una de esas medidas populistas que arrancan aplausos porque la gente no alcanza a entender el daño que le hacen al País y a los más necesitados. La Cámara de Diputados aprobó el miércoles 6 de abril una medida que, de ser aprobada por el Senado, exentará del impuesto sobre la renta los ingresos por jubilaciones y pensiones hasta un monto de 25 salarios mínimos. Pocos se atrevieron a cuestionar en el Congreso una medida para supuestamente beneficiar a “los pobres viejitos”.

A los viejos pobres, sin embargo, no los ayudará esta disposición. Actualmente están exentas del impuesto sobre la renta las pensiones hasta un monto de 9 salarios mínimos, o sea 16 mil 151 pesos en este 2011. Esta cantidad deja libre del pago de impuesto sobre la renta al 97% de los pensionados del País, precisamente los que menores pensiones tienen.

Pero ni siquiera ellos son los más pobres. Los pensionados son una verdadera aristocracia en la pobreza desesperante que afecta a los viejos de nuestro País; cuentan, para empezar, con un ingreso seguro, aun cuando ya no tengan la capacidad o la posibilidad de trabajar; tienen, además, servicios médicos. Quienes realmente se encuentran en una posición dramática son aquellos que, por carecer de pensiones, deben seguir trabajando hasta caer muertos. Pero ellos sí tienen que pagar impuesto sobre la renta.

Con argumentos como el de que las pensiones ya no alcanzan para vivir, o que hay que tocarse el corazón para apoyar a los pobres pensionados, los diputados decidieron por 357 votos a favor, sólo 6 en contra y 2 abstenciones (no me pregunte usted dónde estaban los otros 135 legisladores) la aprobación de un cambio a la ley para que el Gobierno deje de cobrar impuesto sobre la renta a las pensiones hasta 25 salarios mínimos.

Estamos hablando así de que un pensionado de 55 años que obtenga 44,865 pesos al mes no pagará un centavo de impuesto sobre la renta. En cambio un viejo de 80 años, que tenga que trabajar 12 horas al día por carecer de pensión, deberá cubrir un impuesto normal sobre un ingreso muy inferior.

¿Quiénes serán los verdaderos beneficiarios de esta injusta estupidez de los diputados? No la enorme mayoría de los pensionados. Ciertamente no los que perciben una pensión ordinaria del IMSS o del ISSSTE, que a duras penas alcanzan los 3 mil pesos. Como lo señaló el diputado panista Luis Enrique Mercado, uno de los pocos legisladores que se atrevió a votar en contra, serán los pensionados de los fondos privados… o quizá unos cuantos jubilados del sector público, como los ex presidentes de la República y los ex ministros de la Suprema Corte de Justicia, que reciben pensiones muy superiores al promedio de quienes los hemos sostenido con nuestros impuestos.

El presidente de la Cámara de Diputados, el priísta Jorge Carlos Ramírez, dijo al concluir la sesión que la nueva exención fiscal “representa una decisión histórica de la 61ª legislatura”. Y quizá lo es para él y sus compañeros diputados que reciben pensiones muy altas, pero no para los adultos mayores pobres de nuestro País que sin pensión deben enfrentar enormes dificultades para sobrevivir y además pagar los impuestos que los demás no cubren.

El costo de la medida, alrededor de 3,800 millones de pesos al año, no es el problema de fondo. Este dinero podría compensarse de un plumazo si se elimina el subsidio público a los partidos políticos. El problema es que una vez más los diputados están tomando medidas para volver complejo el sistema fiscal y para dar tratos preferenciales a quienes más ganan