El girasol me habita, inocente criatura
cuya cara de pétalos sigue sin saber
un sol oscuro, mancha gangrenada
en el cielo. Cada noche se alza en las
rutas estelares la luna negra sobre el erial
sembrado de mala hierba donde crece la flor
solitaria, descabellada de azafrán, con sus
ínfulas de luz. Lamparería de mi alma que
nunca quiso ver tu bramante ahogador,
oh espejo mágico que dice mentiras,
oscuridad cenagosa, oh verdugo, amante
que me arroja un puño de tierra en los ojos.
Mano que escribe: con tus propias armas
te habr?de cercenar. Los astros de luz
invertida habrán de confundir
tus cinco dedos abiertos
con un girasol marchito.