ABUSO
- Rosa, tomá este trajecito y planchalo, que hoy voy a to-
mar el té a lo de Mendilarso.
- Pero, señora, ya salía. Hoy tengo la tarde libre.
- Sos una haragana. Y pensar que te saqué prácticamente del arroyo y te traje a la ciudad. Como si tuvieras tardes libres en la pocilga que vivías cuidando a tu madre y a tus ocho hermanos. Andá a hacer lo que te dije y no pierdas más el tiempo.
Rosa tomó la prenda y fue al cuarto de planchar a cumplir lo encomendado. Le entregó el traje a la señora y se dirigió a su minúsculo cuartucho, a buscar unos pesos para el ómnibus y para unas compritas.
Bajó y ya iba a salir por la puerta de servicio atravesando la cocina, cuando el hijo de la señora la tomó por un brazo y le dijo:
- Che, ¿dónde vas tan apurada? Vení, sentate y hablemos.
- Señor es que estoy retrasada.Ya debía haber salido.
- Vení te digo. No seas arisca.
Acto seguido la tomó por un brazo e intentó besarla. La joven se defendió. El muchacho le dio un bofetón, reduciéndola. Después le arrancó la ropa y la poseyó, bajo los sollozos desgarradores de la chica.
- Lo tenés bien merecido. Así aprendés que soy el patrón y tenés que obedecerme.
Como pudo, Rosa subió a su habitación. El hijo de la señora se cambió de ropa y salió en su coche último modelo como si nada hubiera sucedido.
Escenas como la relatada se produjeron una y otra vez. La muchacha se resistía, imploraba, pero la fuerza del varón la desarmaba y él siempre se salía con la suya. Rosa se sentía impura, denigrada, sucia.
Aquella tarde de lluvia, el teléfono sonó cerca de las ocho de la noche. El ama de llaves atendió y subió corriendo la escalinata hacia la habitación de la señora.
- Llamaron de la policía. Ha habido un accidente: el coche de su hijo volcó.
- ¡Que horror! ¿Que pasó?
- Parece que no pudo frenar el auto y chocó contra un camión.
- ¡Y mi hijo!, ¿donde está?
- Lo lamento, señora. Falleció en el acto.
Al otro día, aparecieron en la prensa numerosos avisos fúnebres, ya que se trataba de una familia muy vinculada.
Los diarios comentaban el accidente del hijo de la señora, pero nadie se le ocurrió examinar los frenos que habían sido cortados.
Alicia Presto Lausarot
Marthola
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