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El Reino de los Sueños: Seres magicos en Argentina
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 11/12/2009 06:39
Seres mágicos que todavía pueblan el imaginario colectivo.
 

Es posible localizarlos en pagos chicos del noroeste argentino, donde los vecinos los conocen bien y los respetan.

 
Los seres, hechos y cosas que el pueblo interpreta como presentaciones terrenas de un mundo sobrenatural han provocado en todas las culturas una enorme cantidad de mitos, creencias, brujerías, daños, conjuros, transformaciones, maleficios...

La historia y la mitología muestran estos fenómenos folklóricos desde la Antigüedad, recordemos, por ejemplo, la travesía de Ulises hasta Itaca, el mito de Hércules y el laberinto de Creta. Parecería que el hombre de todos los tiempos necesitara explicaciones de los sucesos que lo rodean y logra construirlas gracias a una fecunda inventiva, cuyas raíces se apoyan en el imaginario colectivo y sentimientos inconscientes profundos.

En la región del NOA, que abarca varias provincias y tiene a Santiago del Estero como centro, se han mantenido en el transcurso de los siglos, elementos folklóricos muy llamativos por lo antiguo, que se manifiestan en leyendas, poesía, música, artesanía y otras expresiones.

En las creencias populares ingenuas o crueles, mágicas casi todas, desfilarán encarnados en dioses y en brujos, en animales sobrenaturales o de aterrador aspecto, arquetipos de fuerte presencia como la gran madre, el padre, el paraíso, el mal, el bien, la vida, la muerte, los instintos más arcaicos, la culpa y el miedo.

Los antropólogos, sociólogos y escritores siguen hasta hoy recogiendo datos en los pueblos más apartados de las provincias para salvar del olvido y del anonimato al acervo cultural santiagueño, salteño, catamarqueño, chaqueño y tucumano.

Estas historias fueron transmitidas oralmente de padres a hijos, o de abuelos a nietos y no han perdido su actualidad.

La Salamanca

Hace algunos años, de paso por Tucumán, supe por la escritora Alba Omil que en la Universidad de Tucumán habían hecho el mapa de las Salamancas de la provincia.

Me habló de tabernas en lo profundo del monte y de socavones en las márgenes de los ríos desde los cuales podría accederse a zonas subterráneas profundas en las que se hallaría la fuente de energía que conduce al conocimiento. El camino, sin embargo, está sembrado de obstáculos. Lo codiciado se encuentra en lugares inaccesibles, guardado por monstruos (significa la eterna lucha del hombre por alcanzar lo deseado).

Decían que para entrar en la Salamanca había que pasar por muchas pruebas entre víboras, arañas, tigres y fuegos que salían de la tierra... el hombre tenía que tener gran coraje y salía de ahí con fuerza y poder para hacer lo que quisiera en la vida.

Se sabe dónde hay una Salamanca porque de noche se oye la música del bombo, la guitarra, el violín, el charango y los cantos. Adentro la gente baila, ríe, se embriaga, se desnuda, come manjares. Dicen que a la Salamanca van brujas y diablos, que allí se conocen trucos para hacer maleficios o conjurarlos, que se aprende a tocar la guitarra y a domar (entre otras tareas de campo), pero sobre todo a sobrevivir a las dificultades.

Se cree que representa un paraíso sin represiones sociales. "A la Salamanca sólo llegan los iniciados", esto es, los que buscan sabiduría, madurez, plenitud, inmortalidad. Entrar en una Salamanca parece un rito iniciático para lograr la divinidad.

El mito del héroe, justamente, es uno de los más difundidos en el mundo, se lo reconoce en el trasfondo de casi todas las religiones. Es que, la lucha del héroe no es más que la lucha por el cotidiano vivir. "La Salamanca antro oscuro,/ de quiméricos fantasmas,/ que en los senos de la tierra/ largo espacio se dilata".

Desde antiguo

El elemento aborigen suele aparecer en leyendas autóctonas como el Pampayoc, el Sachayoc o el Kakuy. En la zona de Santiago del Estero el indio puro ya no existe, sin embargo, "misteriosamente", el quechua permanece, se vivifica en el criollo, para sorpresa de los filólogos. Quizá su vigencia a lo largo de los siglos se deba en parte a la acción de los jesuitas y a su política de adoctrinarlos en su propia lengua. El quechua se hablaba en el noroeste argentino desde tiempos prehispánicos por pertenecer esta región al incanato.

La copla quechua es caricaturizante, trasunta amargura y se usa para ridiculizar. Pareciera que el pueblo guarda esa lengua para expresar todo lo que no puede decir en español.

Hay en el folklore una influencia muy notoria del medio natural geográfico, sobre todo en las comunidades más marginadas.

Lo folklórico, en síntesis, es popular, colectivo, tradicional, anónimo, regional y transmitido por medios no escritos. Podemos hablar de folklore en la música, en la poesía, en la forma de curar, de comer, de vestir, de pintar, de hilar, de tejer...

Una gran variedad de seres mágicos habitan en nuestro país, aunque lejos de las ciudades. Pueden rastrearse en los pueblos chicos donde la gente los conoce bien y los respeta. Sin embargo, es cada vez más difícil localizarlos pues los medios de comunicación masiva influyeron en el abandono de las rondas de cuentos y los abuelos que narran historias a sus nietos, son cada vez menos.

A pesar de ello las historias subsisten y podría esperarse que los hechos sobrenaturales tengan siempre observadores que luego los relaten. En el campo basta hacer algunas preguntas o interesarse por un tema para que surja una leyenda oída en el pasado, el rito que la tradición mantiene. De ahí que algunos personajes populares y mágicos han subido a los altares, sobre todo familiares, desde los cuales reciben pedidos por la salud y las cosechas, la lluvia u otras necesidades.

Por Martha Salas
Para LA NACION


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