NAVIDAD EN LA ARGENTINA
Curiosa fusión de ritos importados y locales, la versión nacional de esta fiesta tiene espacio para todo: la religión, la buena comida, el arbolito, Papa Noel, sus renos y en especial la familia unida.
¿Qué es la Navidad para los argentinos?
Es el gusto de garrapiñada que cruje en la boca en las noches calurosos de diciembre y el baile de guirnaldas serpenteando hasta la punto del arbolito. Es la sidra. Es el olor dulce de la flor del cocotero, que envuelve los pesebres armados por los chicos de Corrientes y Misiones. Y también la "danza de la cintas" que desde tiempos lejanos bailan los niños y adultos en Jujuy. Y, sin duda, la costumbre riojana de plantar trigo, alpiste, albaca y lo que tenga a mano, en latas o macetas, para recibir al Niño Jesús.
Intentar definir en una frase el enorme significado local de esta celebración puede ser tan difícil como averiguar la verdadera identidad de Papá Noel. Porque la Navidad, al menos en Argentina, es una fiesta cruzada por culturas diversas, distantes e inmensas. En esa bolsa se mezclan los ritos paganos con las tradiciones cristinas sembradas tras la conquista y afianzadas en la colonia. Y lo que vino después, cuando los cantares y hábitos que venían de aquellos años se mezclaron con los villancicos polacos, italianos, españoles, franceses e ingleses de las grandes olas inmigratorias de fines del siglo XIX y comienzos del XX y con la influencia de países vecinos, como Paraguay y Bolivia.
Por último, las noches globalizantes que bajan desde los Estados Unidos han hecho y hacen su parte, copando la estética navideña con trineos con moño rojo, muñecos de nieve y arbolitos blancuzcos, que son por lo menos curiosos frente a los colofones locales de Nochebuena.
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Más allá de algunas contradicciones la Navidad Made in Argentina es lo que se ve: un momento del año familiero, donde el tiempo se detiene, a veces medio tristón, de balances anuales, pero entrañable casi siempre, germinado de esperanzas... Es tiempo de reencuentros, donde cobra especial sentido lo compartido con los seres queridos, por poco o mucho que sea.