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El rincón de la poesía: LAS MUJERES EN LA POESIA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 11/03/2010 06:42
MEIRA DELMAR ( Poetisa de Colombia )
 
 
Olga Chams Eljach, poeta colombiana nacida en Barranquilla en 1921, es hija de padres oriundos de Líbano, Medio Oriente.
Ha figurado bajo el seudónimo de Meira Delmar desde que algunas revistas cubanas publicaran sus primeros poemas.
Hizo estudios en su ciudad natal en el Conservatorio Pedro Biava, en el cual fue luego profesora de Historia del Arte y Literatura,
materias que cursó en Roma, Italia. La universidad atlanticense le confirió el doctorado «Honoris Causa» en  letras, es miembro
correspondiente de la «Academia Colombiana de la  Lengua» y dirigió por muchos años la Biblioteca Pública del Atlántico. 
Su poesía caracterizada por una dulce sensualidad, está contenida en los  siguientes libros: «Alba del olvido», «Sitio del amor»,
«Verdad del sueño», «Secreta isla»,  «Reencuentro», «Laud memorioso», «Huésped sin sombra» y «Alguien pasa»,  entre otros.
 
Soledad 
(Del libro Alba de olvido) 

Nada igual a esta dicha 
de sentirme tan sola 
en mitad de la tarde 
y en mitad del trigal; 
bajo el cielo de estío, 
y en los brazos del viento, 
soy una espiga más. 

Nada tengo en el alma. 
Ni una pena pequeña, 
ni un recuerdo lejano 
que me hiciera soñar... 
Sólo tengo esta dicha 
de estar sola en la tarde 
¡Con la tarde no más! 

Un silencio muy largo 
va cayendo en el trigo, 
porque ya el sol se aleja 
y ya el viento se va; 
¡Quién me diera por siempre 
esta dicha indecible 
de ser, sola y serena, 
un milagro de paz!
                    
Meira Delmar 
 
 
 
YO SOY LA QUE COMPARTE . . . ELSA LÓPEZ (España)
 
 
 
Porque estás siempre, quiero quedarme.


Porque estás siempre,
puedo invitarte a recorrer 
mis rincones blancos y los grises,
... aún cuando no estás como te necesito.

Porque estás siempre, 
puedo dejar de esconderme 
entre mis laberintos seguros,
... aún cuando no entiendas 
el por qué de una lágrima.

Porque estás siempre, 
puedo recuperar la sonrisa, 
volver a pintarle el sol a la mañana,
... aún cuando no te dé 
lo que de mí esperabas.

Porque estás siempre,
mis viejas tormentas 
se transforman en llovizna,
... aún cuando quede un charco 
donde hubo un alma inundada.

Porque estás siempre, 
la casa se llenó de colores, 
mi vida se iluminó con sueños,
... aún cuando persista 
algún miedo rebelde.

Porque estás siempre, 
puedo decir “quedate”, 
mi corazón y mi piel te pertenecen,
... aún cuando enojada 
te diga que hagas lo que quieras.

Porque estás siempre, 
hoy sé que sola sería media 
con mi mitad agujereada,
... aún en el momento 
en que estoy dando un portazo.

Porque estás siempre, 
puedo pedirte ayuda: 
¡Quiero estar siempre!,
... aún cuando no sepa 
qué hace para quedarme. 

María Luz Piñeyro 
 

Marilina Rébora es una poeta solitaria que a lo largo de su vida huyó de la estridencia bulliciosa y la difundida notoriedad, pero, en cambio, cultivó devotamente su mundo interior

y su opulenta imaginación. A los diez años, estudió dibujo con Ernesto Riccio; luego fue al atelier de Vicente Puig, y posteriormente –acompañada de Susana Aguirre–

asistió al taller de Lucía Capdepont. Expuso sus obras –junto con Susana Aguirre, Lucía Capdepont y Silvina Ocampo– en el II Salón p.a.f. (1939);

en el V Salón de Primavera (1940) –organizado por la Peña de las Bellas Artes de la Provincia de Buenos Aires, en los salones del diario La Prensa– junto con Antonio Alice,

Mario Anganuzzi, Justo Lynch y Ernesto Riccio; en la Exposición de Homenaje al Maestro Vicente Puig –en Galerías Witcomb (1943)–, y en el Salón Independiente (1945)

junto con Aquiles Badi, Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Horacio Butler, Emilio Centurión, Santiago Cogorno, Miguel Diomede, Raquel Forner, Jorge Larco,

Onofrio Pacenza, Emilio Pettoruti, Agustín Riganelli, Raúl Russo, Raúl Soldi y Lino E. Spilimbergo, entre otros.

Se halla representada en el Museo de Bellas Artes Bonaerense (La Plata) y en el Museo de Bellas Artes de San Rafael (Mendoza). 

Marilina Rébora –que paralelamente desarrolló su carrera literaria– rápidamente se compenetraría desde pequeña de los efluvios de la cultura,

cuando frecuentaban su casa los amigos de su padre y de su infancia: Alfonsina Storni –que la sentaba en su regazo–, Arturo Capdevila,

Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte), Leopoldo Lugones, Rafael Alberto Arrieta, Rafael de Diego, Norah Borges –que le hiciera un retrato en 1927 titulado

Marilina con una naranja en la mano–, Horacio Quiroga y sus hijos Darío y Eglé, Ricardo Rojas, entre otros, y al decir de sus palabras:

“En Alfonsina Storni y en las de Capdevila,
Rafael Alberto Arrieta, o Rojas y de Diego,
yo hubiera abandonado tiernamente mi mano;
pero Horacio Quiroga me contenía luego
con su barba cuadrada. Y yo, algo intranquila,
quedaba en la escalera, vuelta desde el rellano.”

(“Los Amigos”, Los Días de los Días.)

Quizá fue ese contacto de privilegio el que la llevó a la poesía, llegando a publicar nueve libros y a dejar más de veinte obras inéditas.

A Los Días de los Días (1969) siguieron Libro de Estampas (1972), El Río Azul (1975), Tiempos de la Vida (1975),

Las Confidencias (1978), Animalerías (1980), El Lagarto estaba harto (1986), No me llames poeta (2001) y Caleidoscopio Artístico (2003) –estas dos últimas, obras póstumas–.

QUIERO PINTAR LA LUNA

Madre, ¿Puedo pintar la luna de escarlata?
¿O con vestido rosa, orlado de violeta?
¡Pues, noche a noche, sale insulsa y timorata,
sin nada de color que la avive, coqueta!

¿Por qué será la luna, siempre luna de plata,
camafeo de hielo, el pálido planeta,
la doncella de nieve a la que se retrata
en blanco, si pintor, o argento, si poeta?

Quisiera iluminarla con cálido amaranto,
encendidos reflejos carmín o solferino,
inventarla morena, con luminoso manto

y no alba y exangüe, con veste de platino.
¡Quiero pintar la luna de tono colorado,
en creciente o menguante, de cara y de costado!

Marilina Rébora (Bs.As. - 1919 -1999)



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