MIAMI. Ahora que Arizona ha adoptado las leyes antiinmigratorias más xenófobas de Estados Unidos, prepárense para el gran éxodo hispano.
Pero no será un éxodo de regreso a México o a América Central, como esperan quienes apoyaron estas medidas, sino una estampida hacia Miami, Los Angeles, Chicago y otras ciudades con grandes poblaciones hispanas. Los latinos irán a las ciudades donde puedan vivir sin temor a ser detenidos por la policía por el color de su piel o por hablar en español.
Según la ley aprobada por la Legislatura de Arizona, la policía podrá detener a cualquier persona por la calle si tiene "sospechas razonables" de que no tiene papeles de inmigración válidos. La ley permitirá a cualquier persona demandar a la policía por no hacer ese trabajo.
La nueva ley estatal podría desatar una cacería indiscriminada de inmigrantes indocumentados. Hay cinco grandes razones por las que esta legislación reminiscente del nazismo no tiene pies ni cabeza.
- Primero, no impedirá que los inmigrantes indocumentados sigan viniendo a Estados Unidos. Mientras el ingreso per cápita en el país sea más de tres veces mayor que en México -46.000 dólares anuales contra 13.500 dólares, para ser precisos-, los mexicanos y demás latinoamericanos seguirán cruzando la frontera, sea como fuere.
A menos que se produzca una mayor integración económica que beneficie tanto a Estados Unidos como a sus vecinos del Sur, nada detendrá a los mexicanos y otros latinoamericanos que buscan elevar su nivel de vida.
- En segundo lugar, no mejorará la seguridad en Arizona. Por el contrario, desviará los recursos policiales que deberían usarse para combatir el crimen y hará que los inmigrantes indocumentados -al igual que los estadounidenses de origen latino que no quieran ser molestados por la policía- se abstengan de denunciar crímenes.
La actual histeria antiinmigratoria de Arizona se disparó en parte por el asesinato de un ranchero, que muchos sospechan puede haber sido cometido por un indocumentado.
Pero la Asociación de Jefes de Policía de Arizona y otras instituciones dicen que la ley será contraproducente.
Muchos recuerdan que en 2007 un inmigrante indocumentado llamado Manuel Jesús Córdova fue condecorado públicamente por las autoridades de Arizona tras haber rescatado a un niño estadounidense de 9 años cuya madre había muerto en un accidente. ¿Volvería Córdova a hacer lo mismo bajo esta ley?
- En tercer lugar, afectará la economía de Arizona. Es muy probable que la legislación sea invalidada en las cortes por inconstitucional, pero sólo después de largas y costosas batallas legales.
Además, la huida de muchos de los 470.000 indocumentados latinos y el cierre de algunas de las más de 35.000 empresas hispanas de Arizona golpearían las finanzas del Estado.
Si los latinos se van, "se llevarán consigo los dólares de sus impuestos, sus negocios y su poder de compra a otra parte", según el Centro de Políticas Inmigratorias, un grupo en favor de los derechos de los inmigrantes.
- En cuarto lugar, si otros estados siguen los pasos de Arizona, se podría producir una retracción del turismo latinoamericano. Muchos de los 13 millones de mexicanos, 2,5 millones de sudamericanos y 860.000 centroamericanos que visitan Estados Unidos anualmente podrían pensarlo dos veces antes de ir a lugares donde pueden ser parados por la policía por el simple color de su piel o por el idioma que hablan.
- En quinto lugar, la nueva ley estatal es contraria a la diversidad que caracteriza a Estados Unidos. A pesar de la caída de la imagen estadounidense en el mundo tras la guerra de Irak, el país ha vuelto a ser visto con buenos ojos por la mayoría del resto de los países, según una nueva encuesta de BBC. Las leyes inmigratorias basadas en perfiles raciales sin duda dañarán la imagen del país.
La promesa de Obama
Mi opinión: la ley de Arizona no sólo es legalmente cuestionable, económicamente contraproducente y moralmente repugnante, sino que tampoco ayudará en nada a resolver la crisis inmigratoria del país.
La solución, antes de que estas medidas sean copiadas por otros estados, es que Barack Obama impulse la tan prometida reforma inmigratoria, que mejoraría la seguridad fronteriza y permitiría legalizar a muchos de los más de 10 millones de indocumentados.
De lo contrario, políticos locales en busca de notoriedad seguirán llenando el vacío legal con leyes xenófobas, que no harán más que provocar un enorme éxodo de hispanos, pero dentro de Estados Unidos.