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El rincón de la poesía: Poesías sin tiempo 4
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De: 2158Fenice (Mensaje original) |
Enviado: 15/07/2010 07:34 |
En la espera
I
Ven. Allégate a mis pequeños parpadeos de avellanas. Tengo un canto suave de hojas suspendidas y una antigua espera que ya pesa.
Ven. La profundidad del vuelo puede trasformarse en piedra y tanta lejanía en grito desplomado.
Ven... con tus dudas derramadas tu insondable medianoche tu despertar sediento.
Ven con todo el silencio con todas las alas prohibidas con todo el amor aguerrido.
En mí, todo te espera.
II
Ven. Acércate a las finas resacas del alma, diluido ya, el lento titilar de los astros.
Nunca te he sentido lejos. Aún el sol teñido de pájaros distantes y la luna chispeando carcomidos destellos.
Nunca...
Siempre estás desandando mis venas con un callar abemolado. Siempre estás hilando mis copos en tu rueca cadenciosa como un haz de besos anhelando ser niños y escalar limoneros.
Siempre...
Ven. Acércate...
¡Irrumpe cual rama en el pájaro que canta!
III
Ven hasta mí. Deja todas las auroras en otras manos y te crearé pupilas que jamás se cansarán de sostener al cielo.
Tengo las clandestinas luces de las estrellas que caen y vacilantes, torpes... a mí se adhirieron.
Ven. Podré palparte el alma con tanta ternura dispersada.
Delinearé la noche con los senderos deshilachados y el polvo confuso que no sacudieron tus pasos.
Ven. No importan tus espinas candentes. También han de existir campanas en el desierto y alguna flor de agua destilando rocío y cactus orgullosos de sus flores amarillas.
Ven. Tengo el dique para toda tu arena derramada.
IV
Encuéntrame. Soy un canto lejano oscuro, inmenso, profundo, amándote desde los momentos perdidos hasta los ausentes versos y los jaspeados crepúsculos.
Amándote...
Encuéntrame. Callejea mis arrugas, deambula mis misterios.
Habítame en torrente, en silencio...
Despréndeme de la noche infinita.
Inunda de gorriones estas palmas vacías.
Floréceme palpitante, sensible, rebozante de tanta distancia.
Búscame en la eternidad de los pliegues extendidos en alma y cuerpo.
Encuéntrame. Estoy derramada en la espera.
V
Apresúrate. Reconóceme a tu lado. En todo aire, tuyo, mío, ajenos, estamos pensándonos ausentes.
Regresa. Quiero sumergirme en ti. Alcanzar tus remotas ideas, destronar al olvido.
Sola. Sin amarte... me diluyo y desaparezco.
Siénteme posesión de tu risa. De tu piel. De tu alma. De lo más tuyo.
Sólo en ti palpo la esencia de creer y esperar.
Regresa.
Encuéntrame.
Diluye este dolor en la alegría.
VI
Apacíguame el alma que te espera encendida con antorchas refulgentes, con soles amanecidos, con manos aladas buscando tus aires, con boca semiabierta gimiendo tus labios, con hambre con sed, con toda la vida humedecida...
Apacíguame el alma con tu presencia amor mío.
VII
Silénciame la ausencia con tu voz hecha verbo.
Desándame la noche paso a paso.
Cántame tu risa por la piel.
Bébeme , sorbo a sorbo, la distancia.
Vuélame con tus trinos las saudades del alma.
Silénciame la ausencia con tu aliento en mi oído.
VIII
Regrésame tu boca, te pido. Esa ternura que dejaba el amanecer cuando el sol aparecía entre tus labios y entraba en mi aliento entibiando el día.
Regrésame tu boca. Regrésame tus labios. Regrésame los besos que se fueron húmedos de esa angustia infinita, que nos envuelve que nos duele, que nos deja inconclusos sentados al alba ¡tan ausentes! ¡tan lejanos...!
Regrésame tu boca, amanecer mío, el sol la espera.
IX
Llega a doler el rocío nocturno cuando se diluye en agreste espera.
Llega el odio arrastrando silencios, condenando secretos cuando te arrastra la distancia y te alejas. Y te vas. Y se triza el recuerdo.
Llega la muerte jineteando rocosas llagas con su fulgor de semidios cuando me lloran los surcos que no recorrerán tus semillas.
Entonces cuando tu llegar sea sólo un parpadear del tiempo, dolor, odio y muerte incendiarán el momento y nos dará de lleno en el rostro el vaho dulce de la vida.
Amor... En tanto, escóndeme en el breve aroma de tu pensarme.
X
Sobre ti tengo la mirada oscura. De su corteza no escapa ruido.
Vuelve.
Háblame de tus sueltas nostalgias. Cuéntame de la derrota del viento en las campanas.
Ocúltate en el aposento alegre con tu desgranado crepitar.
Espárcete callado todo desde el fondo de la espera.
Vuelve.
Ya comienza a doler el color del tiempo.
XI
Dame de tu voz el silencio.
Dame de tu noche los pasos.
Dame de tu risa el canto.
Dame de tus pájaros el vuelo.
Reconóceme pordiosera en la espera y bondadosa de agua y vida en el reencuentro.
XII
La vida se me recoge como un capullo de infinitos letargos lentos ocasos y amaneceres.
Arrastra desde mi profundidad el dolor como vuelo que nace entre los dedos díscolo infinito rechinante agitando ijares poblando de colores tristes manos y labios.
Y el llanto y la mirada incineran la dualidad de buscarte y no querer encontrarte.
Y en esta confusión de aire y piedras sólo sé que amo sólo sé que creo sólo sé que espero con el mismo temblor de la creación, integérrima, predestinada, cual fruta que sueña al viento para madurar en tus labios.
XIII
En la hora del regreso Despliégame al viento.
Préndeme al cielo. Táñeme cual campana de aldea. Engaláname en bienvenida. Suspéndeme las tristezas. Cuélgame alegrìa en los párpados. Tíñeme de esperanza la mirada.
Libérame las palomas dormidas en las manos.
Y comienza a rezarme una a una las cuentas del rosario, para continuar el milagro detenido un domingo en tus labios.
Es la hora del regreso. Exísteme a tu lado.
XIV
En este tiempo amargo y oscuro . Necesito de tu milagro. De tu ritual de vida.
Me tenderé sobre las ambrosías Y cerraré pupilas muertas.
Acércate despacito. Vestido de negro y sufriente. Lléname el cuerpo de velas.
Enciéndeme poco a poco.
Llórame ausente y helada. Gímeme lejana y dormida. Abraza este cuerpo doloroso.
Enciéndeme poco a poco.
Sácame de la mortaja. Que soy Lázaro abandonado. Acalla a las plañideras.
Devuélveme a la vida.
© Margarita Carrasco
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"Creo en mi corazón, el que yo exprimo para teñir el lienzo de la vida..."
BESOS
Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmáticos,
sinceros hay besos que se dan sólo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible, llenaron sé de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso, y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca.
Gabriela Mistral ( Chile )
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Contigo Aprendí
Alguna vez andando por la vida, por piedad, por amor, como se da una fuente sin reservas, yo di mi corazón. Y dije al que pasaba, sin malicia y quizá con fervor. Obedezco a la ley que nos gobierna: he dado el corazón. Excelentes tormentosas poesías con su prosa
y tan pronto lo dije, como un eco ya se corrió la voz: Ved la mala mujer, ésa que pasa: ha dado el corazón. Por la Vida Piedad y el Amor De boca en boca, sobre los tejados rodaba este clamor: ¡Echádla, piedras eh, sobre la cara! Ha dado el corazón. Ya está sangrando, sí la cara mía, pero no de rubor,que me vuelvo
a los hombres y repito: ¡He dado el corazón!
Alfonsina Storni
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