El Sentido del humor
"El sentido del humor es bueno y sano, debería estar más presente en nuestras vidas".
¿TIENES SENTIDO DEL HUMOR?
Hay personas simpáticas por naturaleza, son personas que saben arrancar una sonrisa a los demás en los momentos más delicados. Otros, en cambio, todo lo ven negro, triste, aburrido...
El sentido del humor permite vivir mejor y ayuda a relacionarnos más y mejor con los demás. Las personas huyen de los amargados y de las personas problemáticas y buscan las personas que puedan ofrecer más alegría y esperanza.Tener sentido del humor no es ser chistoso ni tampoco burlarse de los otros para provocar la risa. El sentido del humor es sacar chispa a las cosas que te suceden, a las que cosas que ocurren en tu vida.
¿Cómo es una persona sin sentido del humor?
Es seria, grave, responsable en exceso. No se toman nada a broma, todo está sujeto a la máxima tensión y concentración, los fallos están excluidos aún en los detalles más insignificantes.
Son perfeccionistas y la gente que les rodea no lo soportan ya que no pueden mantener ese nivel de perfección que ellos piden.
¿Qué es el sentido del humor?
Es la capacidad que tiene una persona para desdramatizar y relajar las situaciones de la vida poniendo el acento en lo que tiene de contradictorias, sorprendentes, ridículas y paradójicas. Para lograr esto es necesario tener la voluntad de descubrir las claves del humor: lo que nos hace reír, lo imprevisto, lo ilógico.No es ser chistoso (aunque serlo ayuda). Equivale a ser flexible y además a estar dispuesto a ayudar a que el ambiente donde estamos, trabajo, familia, etc. se liberen de rigidez y de tensiones.
¿Qué podemos hacer para desarrollar nuestro sentido del humor?
- Estar emocionalmente bien.
- Crear momentos de relax.
- No quejarse con frecuencia.
- Aprende a reírte de ti mismo.
- Trata de buscar el lado humorístico de las cosas que te suceden.
- Cambia la actitud ante las cosas que te producen agobio o estrés.
- La persona con sentido del humor es aceptada por quienes le rodean.
- Tener sentido del humor facilita una comunicación más abierta y sincera.
- Las personas con sentido del humor provocan menos conflictos y enfados.
- Tener sentido del humor ayuda a mantener un mejor equilibrio interior.
Para tener sentido del humor tienes que evitar...
- Ser grosero.
- Ser muy rígido en las relaciones personales.
- Tener un aspecto triste y misterioso.
- Ser distante de las personas que te rodean.
- Quejarte con frecuencia.
El sentido del humor en la educación
1. EL BUEN Y MAL HUMOR
Definir lo que sea el sentido del humor no es tarea fácil. Se trata de un concepto que designa una actitud humana, un determinado talante ante la realidad en que vivimos y, por tanto no es un simple fenómeno, un hecho que podamos aislar, analizar y catalogar al lado de otros. Si se atiende a sus manifestaciones externas de modo exclusivo o principal, puede llegarse a desvirtuar su naturaleza, y no ser capaces de entender su profundo sentido: una persona con cosquillas fáciles no es, obviamente, una persona con sentido del humor, aunque éste se encuentre muy ligado a la risa y a la sonrisa; ni tampoco un espíritu burlón es fruto del sentido del humor, sino más bien su degradación o empobrecimiento. El sentido del humor se relaciona con rasgos tales como agudeza, finura, alegría, oportunidad, serenidad, ecuanimidad y muchos otros. Pero intentar su comprensión por medio de estos rasgos característicos puede ocultar su naturaleza en una maraña analítica de factores y sus relaciones. Por todo esto, en las líneas que siguen se intentará una explicación del sentido del humor partiendo de la raíz.
El "humor" es un término vago en cuanto que es metafórico en nuestro contexto. Cuando se habla de "sentido del humor", se emplea el término "humor" en sentido traslaticio o figurado, dándole una referencia espiritual a lo que, de suyo, tenía una referencia material. Efectivamente, el humor, o, mejor dicho, los humores, son líquidos internos del organismo humano que, en la concepción de la medicina antigua, eran la vía o cauce de la salud corporal. También este significado resulta vago e impreciso a la luz de los conocimientos actuales; pero, sin embargo, era mucho más preciso en el marco de los precarios conocimientos antiguos. Muchas enfermedades se explican entonces por un desajuste de los humores internos, o por una degradación o putrefacción de los mismos. De ahí el conocido y frecuente remedio de la sangría para eliminar sencillamente estos malos humores. Dicho de otra manera, el humor, los humores en sentido físico y material, son un exponente denotativo de la salud corporal. Buenos o malos humores denotaban respectivamente, buena o mala salud corporal. Analógicamente, se habla de "buen" o "mal humor" para significar una buena o mala salud espiritual. Y de la misma forma que la salud corporal consiste en la armonía de las diversas funciones orgánicas, la salud espiritual puede entenderse como la armonía entre los diversos actos del alma. Salud espiritual no significa estrictamente bondad o virtud. Del mismo modo que hay cuerpos débiles que, sin embargo, gozan de salud, también hay espíritus poco virtuosos que están saludables. Lo que ocurre es que, al igual que el cuerpo débil está más expuesto que el fuerte a perder la salud, también el espíritu poco virtuoso pierde más fácilmente la buena salud anímica, el buen humor.
2. EL SENTIDO DEL HUMOR
El buen humor o el mal humor, así como la buena salud o la mala salud, tienen como característica su inestabilidad; se pierden o se transforman unos en otros y, además, la mayoría de los casos, se pierden descontroladamente. No somos dueños de mantener una buena salud cuando existe un dolor corporal, ni tampoco podemos mantener el buen humor cuando nos embarga la tristeza, el dolor espiritual. El buen humor o el mal humor son disposiciones fluctuantes, inestables de suyo, aunque haya personas en las que redominan más el buen o el mal humor, como puede predominar más la buena o la mala salud corporal. Los malhumorados frecuentemente están irritables, suspicaces, sombríos, pesimistas, hoscos; no tienen salud espiritual, y por eso sufren; por eso están tristes. Los que tienen buen humor transmiten el goce de su alegría, fruto de su buena salud espiritual; por eso se manifiestan pacientes, francos y abiertos, radiantes, optimistas, acogedores. Pero estos estados de ánimo, aunque pueden ser frecuentes y constantes, no son permanentes ni estables de suyo; siempre son susceptibles de ser modificados. Los humores son transitorios y no definen a la persona. La realidad vista a través de un humor tampoco es la realidad verdadera, tal cual ella es. El que entiende esto en profundidad y lo incorpora a su vida, tiene su sentido; en este caso, tiene el sentido del humor. Tener sentido del humor es, pues, entender, tener sentido de la apariencia y de la realidad, de lo mutable y de lo permanente, de lo accesorio y de lo esencial. Es saber percibir el humor, es decir, el estado de ánimo de las personas; pero, por debajo de ese humor transitorio y mutable y, por tanto, accesorio, tener sentido del humor es saber percibir lo esencial, radical y permanente de las personas. Tener sentido del humor es percibir el humor, pero justamente como tal humor, es decir, como apariencia accidental. Ahora bien, sólo puede percibirse la apariencia como tal apariencia cuando se percibe antes la realidad; sólo puede conocerse lo mutable desde el conocimiento de lo permanente; sólo se considera lo accesorio como tal cuando se ha contemplado lo esencial. Sólo puede entenderse el humor de las personas como tal humor, es decir, como estado mutable de ánimo, cuando se entiende a la persona en su ser real, es decir, como criatura, como destello amoroso de la divinidad. El que tiene sentido del humor es un buscador incansable del ser real de las personas en medio de las apariencias inmediatas que se traducen en el humor, bueno o malo. Es un rastreador constante de la alegría, como primer efecto de esa consideración de la bondad del ser personal. Por eso, es un buscador de la risa y de la sonrisa. Pero no toda risa y toda sonrisa le satisface, sino sólo aquélla que surge de la búsqueda de lo bueno en medio de lo que parece malo. De ahí que la burla, el sarcasmo y -frecuentemente la ironía no sean manifestaciones del sentido del humor, aunque te hagan reír o sonreír; pues éstas, en efecto, no responden a esa búsqueda de la bondad permanente en medio de los humores transitorios. Por el contrario, la burla y el sarcasmo persiguen resaltar lo malo, lo defectuoso. Un ejemplo está en las parodias o imitaciones personales: pueden hacerse con sentido burlesco, acremente, exagerando los defectos y complaciéndose en ellos; pero también pueden hacerse con sentido del humor, con dulzura, mostrando tanto los defectos como las buenas cualidades, enseñando el humor de la persona parodiada, es decir, dando ligereza a lo que resulta de suyo grave o solemne. La parodia hecha con sentido burlesco invita al menosprecio; en cambio, la parodia que proviene del sentido del humor propicia el cariño entrañable a la persona parodiada. Por eso, se considera propio del humorista el que dirige su sentido del humor hacia sí mismo en primer lugar.
3. COMPRENSIÓN, ALEGRÍA, INGENIO, ESPERANZA
La persona con sentido del humor es, en las relaciones humanas, comprensiva. Entiende, "tiene sentido" del humor, es decir, comprende lo que pasa a sus semejantes y a él mismo. Comprende que no es tan fácil mostrarnos tan buenos como somos debido al 'humor", a nuestro estado de salud espiritual. Por encima de nuestro carácter, de nuestras virtudes o cualidades sociales, de nuestro grado de armonía espiritual, somos buenos en cuanto que somos queridos por Dios. El comprensivo es el que entiende ésto en su corazón, el que comprende la flaqueza humana; el comprensivo es el que, sin transigir en los vicios, defectos o pasiones, tolera sus efectos en sus semejantes, y los fustiga precisamente con alegría, con la ligereza del chiste o la broma, y no con la gravedad de la reprensión o sanción legal. La persona con sentido del humor busca la alegría por encima de todo, porque, antes que nada, busca el goce de la felicidad, que es precisamente la alegría. El que tiene sentido del humor entiende profundamente que, primero que nada, importa la felicidad de las personas, y sabe que ésta es el verdadero camino de su perfección, de su mejora. Por eso, ante cualquier situación, sabe encontrar el aspecto más cercano a la felicidad y lo pone de manifiesto. Y si no acierta a encontrarlo, se alegra cuando otro lo encuentra y goza con él igualmente. Propio del sentido del humor no es sólo hacer reír y sonreír, sino participar de la risa y de la sonrisa. Propio del sentido del humor es saber reir y sonreír, esto es, buscar intencionalmente la alegría. Por eso, el sentido del humor es una manifestación inmediata de la inteligencia libre del hombre, del ingenio. Poder percibir el fondo de bondad y de alegría de una persona o de una situación, en medio del velo que tiende la apariencia del "humor", es un efecto de la inteligencia humana y de su libertad. Se requiere ingenio para descubrir el fondo de realidad esencial, que invita siempre a la alegría, cuando lo que se ofrece a la mirada es un conjunto de elementos ingratos y desagradables. Tal es la relación que guarda el sentido del humor con lo cómico. La comicidad se da cuando, en una situación de aparente seriedad y rigor, se descubre bruscamente un fondo de verdad que es visible. Ante esta situación caben dos reacciones: la estupefacción o la risa. El que carece de sentido del humor queda estupefacto, es decir, cobra conciencia de su estupidez. El que goza de sentido del humor, ríe, es decir, se rinde ante la realidad visible. Por último, la esperanza es otro puntal del sentido del humor. Se requiere comprensión hacia las personas, afán de alegría e ingenio para buscarla; pero la esperanza es condición de todo esto. Efectivamente, aparece primero lo ingrato, lo grave, lo riguroso de una situación o de una persona, y luego se acierta a ver que, en el fondo, todo es "humorístico", propio del humor. Pero lo primero es la apariencia grave e ingrata. Se requiere un arraigado talante de esperanza para enfrentarse a ello con perspectiva de humor.
4. EL SENTIDO DEL HUMOR EN LA EDUCACIÓN
Decía Hermann Nohí: un niño es una cosa muy seria, pero, ¿quién puede tomárselo en serio solamente? Para este autor, el sentido del humor es uno de los tres rasgos principales que conforman el ser del educador1. No es difícil conjeturar que la comprensión, la alegría, el ingenio y la esperanza son esenciales al educador. En la educación, el sentido del humor se revela en dos dimensiones radicales, tanto de una como del otro. Sentido del humor es también sentido del orden y sentido del fin. Donde no hay educación, hay desorden, y donde hay educación está presente el orden. No se indica aquí la educación de la virtud del orden, cuanto el orden como ambiente educativo: el orden en las acciones, en los objetivos y en los enseres materiales que sirven a ambos. Orden es la relación adecuada de algo con su razón de ser, esto es, con su origen y con su fin. La educación, pues, precisa del orden como del mantillo fecundo que la potencia y hace eficaz. Ahora bien, el orden, entendido en sentido humano, es relación adecuada al fin, y este fin es la felicidad. Y la felicidad se traduce en alegría. Cuando un determinado orden no promueve, a la larga o a la corta, la alegría, no puede hablarse de tal orden, porque no hay relación adecuada al fin. El orden que llega a atosigar y a ensombrecer el espíritu, no es un orden humano. Por eso, aunque genéricamente pueda afirmarse que es bueno que todo esté ordenado, no debe olvidarse que el orden humano debe entenderse -en palabras de J.J. Sanguinetti- como límite del desorden. En educación, el sentido del orden es el de límite del desorden. Y tal es también la percepción propia del sentido del humor: ver el desorden, fruto de la libertad humana, en la entraña del orden, controlado por éste, pero presente como alegre y libre de desorden. También el sentido del humor es sentido del fin, y esto es, así mismo, esencial en educación. El educador precisa, antes que nada, saber cuál es el fin de su acción, porque sólo así sabe utilizar eficazmente los medios de que dispone, y sabe incluso encontrar nuevos medios. Le es esencial al educador tener un sentido profundo del fin para no caer en una trampa mortal que Buchíer llamaba "adoración del método". Educar no es conocer bien los métodos ducativos, sino tener sentido del fin y poder, así, convertir los medios en métodos educativos. La metodología educativa puede aconsejar una acción,' pero si la realidad aconseja otra,' el educador prudentemente es atenderá la metodología. Y lo hará con sentido del humor, con alegría; sabiéndose reír de esa metodología que le era tan querida.
5. - EL SENTIDO DEL HUMOR Y EL DOLOR
El sentido del humor es una capacidad humana, o sea, responde al uso voluntario de unas disposiciones o posibilidades de acción. Como tal capacidad es susceptible de desarrollo intencional. Además, como se trata de una capacidad gratificante, su desarrollo es más fácil de lo que pudiera parecer. Puede promoverse el sentido del humor mediante la educación, y es uno de los mejores servicios que presta el educador, pues el sentido del humor es un poderoso remedio del dolor. El dolor, sea físico o espiritual, tiene sus grados, y esto es sabido. Pero no siempre se tiene en cuenta que pueden bajarse o subirse algunos grados según la actitud del sujeto que sufre. La razón humana implica reflexividad y conciencia; lo que significa que ante cualquier hecho subjetivo, se reflexiona y se toma conciencia de él. Ante el dolor, se sufre por el mismo dolor; pero también hay un sufrimiento añadido por la conciencia del propio sufrimiento; como hay una alegría añadida por la conciencia de la propia alegría. Es aquí donde tiene entrada el sentido del humor. El dolor implica pérdida de salud, tanto corporal como espiritual; y la mala salud se traduce en un mal "humor". Si se tiene sentido de ese humor, puede aliviarse el sufrimiento añadido por dicho mal humor, transformándose en alegría añadida al sufrimiento. Cuando aparece el dolor en la vida humana se sufre inevitablemente. Pero puede sufrirse menos si se tiene sentido del humor, que en este caso es también sentido del dolor. En medio del dolor puede buscarse también la alegría. Con ello, no se dejará de sufrir; pero se sufrirá menos al impedir que se añada la conciencia continua del propio dolor como un sufrimiento más. Hay ocasiones en las que la intensidad del dolor corporal o de la tristeza deja reducido al mínimo el sentido del humor. Entonces resulta casi imposible promover la risa. No obstante, aun entonces puede alegrarse uno con la alegría ajena. Pero ésto ocurrirá cuando el sentido del humor, antes de presentarse el dolor, haya alcanzado un nivel máximo; sólo entonces se conservará ese mínimo ante el zarpazo del sufrimiento. También en la educación pueden darse momentos en los que el sentido del humor será mínimo, prácticamente inoperante. Ocurre así cuando la educación es imposible, porque el educando se niega absolutamente a recibir la ayuda valiosa del educador. Entonces sólo queda la esperanza que es, como se dijo, la quintaesencia del sentido del humor; como lo es del sentido del dolor y del sentido de la educación. Comprensión en el corazón, alegría en la voluntad, ingenio en el entendimiento y, sobre todo, esperanza en el alma. Tales son las dimensiones esenciales de eso que llamamos sentido del humor, y de ahí se desprende su papel en la educación y su importancia ante el dolor.