Violines y mariposas de colores en esta poesía sublime en que muchos se reconocerán ... El amor de los padres supera las fronteras y las miserias humanas ... llenando todo de magia y fantasía ...
GRILLO Y CUNA
De un bosque donde crecen nomás cunas,
mi madre cortó un columpio dulce,
maduro para el tiempo primero de mi infancia.
Juntó flores de luna dormidas en el agua,
mi madre y me las trajo, con un azul silencio
robado de algún sueño de río a ser mi canto.
El viento entonces iba silbando como
un hombre que vuelve del trabajo,
mi padre, como un ala de viento sacudía
las ramas a su paso, y a veces su
latido temprano, más temprano que el
bronce aún, despertaba tañendo campanarios.
El sol como un abuelo de incendio
nos decía su cuento cada día, de luz,
en la ventana, y el techo, y las paredes,
y el huerto y la paloma y el patio, y la mañana,
cabrían en el puño dorado de un durazno.
Mi padre sembró grillos de suerte en
los rincones, más pobres de la casa.
De noche nos cantaban perdón por
todo el hambre del día y prometían
espigas y racimos que acaso maduraron
después, cuando fue tarde.
Así crecí, los seres de lluvia me
llevaron consigo a todas partes.
Fui lágrima en el llanto del sauce,
fui diamante quebrado
en las raíces frustradas de algun barco.
De tarde descifraba señales en el
cielo mi madre, por las noches, mi
padre me alcanzaba la voz de mis
abuelos, en una remembranza ternura
con los ojos callados, y las manos
dormidas junto al fuego; así crecí.
Matilde Alba Swann