Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio
o se compran bolsos en tiendas de saldo.
Se pintan los ojos como les gusta
y los labios de carmín de chino.
Las flores del desierto son las mujeres que tienen
sonrisas en los ojos,
que te acarician las manos cuando estás triste,
que pierden las llaves al fondo del abrigo,
las que cenan pizza en grupos de amigos
y lloran sólo con unos pocos,
las que se lavan el pelo y lo secan al viento.
Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas,
las que acarician con ternura a los perros
que se acercan a olerlas.
Las preciosas damas de chándal de domingo.