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La Ley de Causa y Efecto
actúa incesantemente y
"lo que el hombre siembre, eso recogerá".
Según como tratemos,
seremos tratados.
Cada palabra hiriente,
toda crítica y afirmación
que no es verídica,
tiene un efecto contraproducente,
y es muy cierto el dicho de que
las maldiciones como las procesiones
vuelven al punto de partida.
Cristo dijo a sus discípulos:
"Más yo os digo,
que toda palabra ociosa
que hablaren los hombres,
de ella darán cuenta en el día del juicio (M. 12:36).
"Porque por tus palabras serás justificado,
y por tus palabras serás condenado".
(M. 12:37).
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