De La Nacion.com
EL MUNDO
El
estruendo de la caída de Barack
Obama aún resuena en esta ciudad, donde el poder se
percibe en cada esquina.
La paliza de los republicanos a
los demócratas en las elecciones legislativas reduce al mínimo la capacidad de
Obama para imponer una agenda doméstica en los dos últimos años de su mandato,
pero le abre el camino para concentrarse en la política exterior, que hasta
ahora ha sido errática y severamente cuestionada por la manera de actuar frente
al resurgimiento del terrorismo de Estado
Islámico (EI) en Irak y Siria.
Esta salida no es una novedad
para los presidentes en el tramo final de su mandato. Ocurrió con Bill Clinton y
con George W. Bush. Sin embargo, esa búsqueda de un legado en la política
exterior no necesariamente se traducirá en un cambio sustantivo en la relación
de Estados Unidos con América latina, como sí ocurrió con los antecesores de
Obama.
El fortalecimiento del vínculo
con América latina en su conjunto no aparece como una prioridad para la Casa
Blanca ante la urgencia por resolver de manera decorosa la crisis surgida con
EI, por cuyo manejo los norteamericanos también castigaron a Obama en las urnas,
el martes pasado.
"En el último tramo de su
mandato, los presidentes son más activos en política exterior. Pero no creo que
a partir del triunfo republicano vaya a haber un cambio de rumbo de la Casa
Blanca hacia la región", dijo a LA NACION Dan Restrepo, del Center for American
Progress y ex asesor principal de Obama para América latina, durante un
encuentro organizado por la Fundación Universitaria del Río de la
Plata.
Si hubiera una modificación, ésta
dependerá más de los propios países del área que de la iniciativa del gobierno
de Obama, creen los especialistas en política exterior. Y en el caso particular
de la Argentina nadie espera aquí que algo ocurra hasta después de las
elecciones, cuando una nueva administración reemplace a la de Cristina
Kirchner.
Carl Meacham, director del
programa para las Américas del Center for Strategic and International Studies
(CSIS) fue claro en este punto: en las discusiones sobre la Argentina con
funcionarios del gobierno norteamericano se habla de elecciones, del futuro, de
Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri. Y precisó: "Soja, energía y
elecciones es la síntesis".
"No veo grandes cambios en la
relación con la Argentina hasta después de las elecciones", reforzó
Restrepo.
En cambio, entre las prioridades
de la Casa Blanca para los próximos dos años figura la intención de alcanzar una
relación sólida y madura con Brasil a partir de la reelección de Dilma Rousseff.
Esto, sin embargo, no evitará los choques por intereses
comerciales.
Para Obama, ese paso es
fundamental, ya que no provocará un conflicto con los republicanos que dominarán
el Senado y su poderosa Comisión de Relaciones Exteriores. El cambio de manos en
esa comisión -el demócrata Robert Menéndez la cederá al republicano Bob
Corker-llegará con algo de tensión: desde ese lugar se les exigirá a los
demócratas más dureza y sanciones contra Venezuela, y también mayor firmeza con
el gobierno de Cristina Kirchner.
Si la promesa de convivencia y
trabajo conjunto de Obama y los republicanos no fracasa, el nuevo escenario
podría significar un avance para los acuerdos de libre comercio, como el que se
negocia con los países del Pacífico y en el que Chile ocupa un papel
central.
"La mala noticia es que tras las
elecciones surge un presidente más débil y esto no es bueno para los países
amigos y aliados que comparten nuestros deseos de alcanzar un mundo mejor y
pacífico. La buena noticia para América latina es que la mayoría republicana
podría hacer más fácil que continúe el lento proceso para liberalizar el
comercio en el hemisferio", opinó Joe Tulchin, ex director del programa para
Latinoamérica del Wilson Center.
Reforma
migratoria
Obama también se enfocará en la
cuestión
migratoria, que
lo liga directamente con la región. Débil y condicionado, ha dicho que apelará
al uso de acciones ejecutivas (especie de decretos, pero más limitados) para
tratar de legalizar a unos 11 millones de inmigrantes indocumentados, la gran
mayoría mexicanos y centroamericanos.
Los republicanos rechazan
cualquier reforma en este sentido, como lo hicieron en los últimos años, y
amenazan con declararle la guerra a Obama si da ese paso. Los demócratas creen
que es fundamental terminar con ese asunto que arrastran desde 2008, con
promesas incumplidas, antes de 2016, para sacarlo de la campaña
presidencial.
En la agenda también emerge, como
pasó tibiamente meses atrás, la cuestión cubana. Pero una flexibilización del
embargo impuesto al régimen de Fidel Castro en 1960 podría darles combustible
adicional a los sectores más duros del Partido Republicano para seguir
lastimando a Obama.
"El embargo es la única
herramienta para poder empujar a Cuba hacia la democracia", afirmó Ana Quintana,
investigadora cubano-americana del think tank conservador The Heritage
Foundation, al rechazar cualquier cambio.
Obama, que no ha tenido una
política exterior definida, podría encontrar en la humillante derrota del martes
el camino para reenfocar su gobierno fronteras afuera.
La nueva fiscal general será una
afroamericana
El presidente Barack Obama
planea nominar a la veterana fiscal neoyorquina Loretta Lynch para suceder a
Eric Holder como fiscal general, anunció ayer la Casa Blanca. Así, Lynch se
convertirá en la primera mujer afroamericana en ocupar ese puesto.
El anuncio está agendado para
hoy, antes de que Obama emprenda una gira por Asia. "El presidente anunciará su
intención de nominar a la fiscal federal Loretta Lynch para ser la fiscal
general de Estados Unidos", dijo el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, en
un comunicado.
Lynch, de 55 años, es la fiscal
federal para el este de Nueva York (que abarca los distritos de Brooklyn,
Queens, Staten Island y Long Island) y reemplazará en el Departamento de
Justicia a Holder, que fue el primer negro en liderar esa
cartera.